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Después de pasar algunos días en Jesús de Medinaceli, se trasladó a León con el fin de pasar una temporada con la fami– lia. De regreso a Madrid, se incorporó a la fraternidad de San Antonio en la que apenas permaneció un año, ya que en junio de 1950 fue destinado a Montehano como superior. Tanto aquí como en San Antonio ejerció el apostolado de la predicación y el confesonario. En 1951 fue trasladado al convento-noviciado de Bilbao con el cargo de guardián. Fue difícil el desempeño de este cargo hasta terminar el trienio, ya que, en 1953, se vio aquejado por una enfermedad de la garganta con riesgo de una inminente pérdida de la voz. Esta afonía limitará en adelante, de una manera drástica, su actividad pastoral. Con el fin de facilitarle un tiempo de descanso y silencio lejos de la predicación, fue destinado al colegio de Santa Marta, donde se viera menos implicado en los trabajos sacerdotales. Con un tratamiento médico adecuado y un silencio casi absoluto llegó a conseguir una notable mejoría, pero siempre con el riesgo latente de lle– gar a quedarse sin voz. Destinado a Valladolid en 1955, recibió en abril del mismo año la obediencia para trasladarse a San Antonio de Cuatro Caminos como vicario de la fraternidad. Trató de amoldarse en lo posible al ritmo de vida de los religiosos, pero, dadas sus limitaciones, el trabajo más habitual y casi exclusivo fue la aten– ción al confesonario, donde llegó a permanecer más de seis horas al día. El Capítulo de 1957 le trajo un nuevo destino: fue en Jesús ele Medinaceli con el cargo de procurador de misiones, que aceptó con alegría y desempeñó con todo cariño dada la preo– cupación que sentía por los temas misionales tras su permanen– cia en Venezuela por espacio de veinticinco años. En el segun- 119

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