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Marzo terremoto acaecido en la ciudad el 17 de enero de 1929. Había precedido una espléndida noche de luna. Serían las siete y media de la mañana, cuando el padre Camilo terminaba de celebrar la misa de los «Jueves Eucarísticos» en la iglesia parro– quial: la tierra comenzó a temblar y los edificios a derrumbar– se. En medio del polvo y de las ruinas salió inmediatamente a las calles para prestar su ayuda material y espiritual a los heri– dos y moribundos que podía encontrar en el camino .. . Con jus– ticia se ha alabado la conducta de los capuchinos que en aque– llos días tristes estuvieron en su puesto de honor sin darse un momento de reposo. Desde 1936 a 1938 estuvo ejerciendo como párroco y supe– rior. Fueron trece años de permanencia en Cumaná que le sir– vieron para granjearse el cariño y la amistad de cuantos fueron testigos de su trabajo pastoral. En noviembre de 1938 fue destinado a la residencia de Valencia como responsable de la misma. Su primer cometido fue la rehabilitación de la casa y la ejecución de algunas obras materiales en la iglesia, cuyo culto se vio incrementado al tener que funcionar como parroquia de la catedral por las obras que en ella se estaban realizando. En agosto de 1942 fue nombrado asistente primero y secre– tario del Custodio, pasando a residir en La Merced de Caracas. Fue encargado de la revista Venezuela Misionera y, desde 1944, se hizo también responsable de la atención espiritual en la capilla de San Rafael de La Florida. Habían transcurrido veinticinco años desde su llegada a tie– rras venezolanas, y sintiéndose algo delicado de salud, solicitó a los superiores el regreso a España, incorporándose a la Pro– vincia el 4 de junio de 1949. 118

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