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aquí permanecería hasta 1938, a excepción de algunos meses que pasó en Caracas a causa de algunos problemas circunstan– ciales surgidos en Cumaná. Aprovecho la ocasión para recordar algunos datos históricos referentes a las causas de este traslado. El problema planteado era el de un posible abandono de Santa Inés. El 23 de abril de 1926, el superior regular, Florencia de Artavia, se dirigió al padre provincial en los siguientes tér– minos: « . . . En 1915 la Orden tomó posesión de la parroquia de Santa Inés de Cumaná. En 1922 Cumaná fue erigida en diócesis y la parroquia de Santa Inés en catedral. En 1923, sin ningún interés por ambas par– tes, se nos concedió en propiedad. ..» El padre Artavia continúa exponiendo a los superiores las razones para el abandono de dicha residencia. Parece cierto que existían algunos motivos para el abandono, como las malas con– diciones de la casa, la falta de regularidad en la vida religiosa, etc., pero también parece cierto que, sin recurrir a medidas tan radicales, se hubieran podido hacer desaparecer tales inconve– nientes. De hecho, en la reunión del 1Ode febrero rle 1926, el superior regular presentó a sus consejeros toda clase de expli– caciones, consiguiendo que aprobasen el proyecto al no tener otras noticias y razones que las aportadas por él mismo. En julio de 1927, el padre Artavia envió a Cumaná el si– guiente telegrama: «Resuelto asunto parroquia, venga por ahora padre Camilo con maleta y bultos convenientes». Tras un forcejeo epistolar entre el superior regular que exi– gía insistentemente el cierre, el señor obispo que pedía copia auténtica de los documentos y el padre Cayetano de Carrocera, 115