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Marzo cesis de León, pero se encontraron con una rotunda negativa. Sin embargo, con el conocimiento de los capuchinos germinó en él una idea más atrayente, la de «ser fraile». Sus padres acep– taron la iniciativa enviándole a la recientemente inaugurada Escuela Seráfica de El Pardo, donde ingresó el 5 de septiembre de 1911. Allí se convirtió en uno de los primeros alumnos que iniciaron su formación en este colegio religioso de los capuchi– nos, que había comenzado a funcionar el año anterior. Concluidos los cinco años de formación humanística en El Pardo se trasladó al noviciado, establecido entonces en Mon– tehano. Al recibir el hábito capuchino, el 19 de julio de 1916, tomó el nombre de fray Camilo de Grajal, que conservó duran– te toda su vida. Después de emitir la primera profesión el 20 de julio de 1917, continuó en el convento de Montehano hasta 1920 estu– diando los tres cursos de filosofía. Posteriormente sería el cole– gio de León el lugar donde finalizó sus estudios teológicos, en 1924. También aquí profesó solemnemente el 30 de marzo de 1922. Ha sido uno de los pocos religiosos que fue enviado a las misiones de Venezuela sin haber recibido la ordenación sacer– dotal: de hecho, en las listas capitulares de la Custodia, corres– pondientes al año 1924, figura en la residencia de Caracas como «Fr. Camilo de Graja!, corista». En Caracas se ordenó de presbítero, el 8 de febrero de 1925, en la capilla arzobispal. Este mismo año terminó los estudios de pastoral y comenzó a ejercitarse en los ministerios sacerdotales, ayudando en la catequesis de la iglesia de La Merced. El 20 de febrero de 1926 fue trasladado a la iglesia de Santa Inés de Cumaná, con el cargo de coadjutor de la parroquia; y 114

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