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ción al confesonario, la predicación de novenas, charlas cuares– males y asistencia a la Orden Tercera Franciscana. Su disponi– bilidad le hacía ignorar la palabra «no» ante cualquier necesi– dad. PERFIL INTELECTUAL. Uno de sus alumnos y compañe– ro de fraternidad durante más de diez años, nos resume de esta manera las notas más características de su silueta científica e intelectual y de sus preocupaciones fundamentales en el campo de la cultura: « ... El profesor Enrique Rivera está ligado, ya para siempre, al paisaje intelectual salmantino. Gracias a su tarea docente y de investi– gación es, sin duda alguna, una de las personalidades más relevantes en el ámbito de la filosofia española del siglo XX. Cuenta en su haber con una extensísima obra escrita, integrada por varios volúmenes y cientos de artículos, fruto de su insaciable avidez de conocimiento y de continuas lecturas, decantadas muchas de ellas en críticas o recensiones de libros estudiados que, en su número, superan el millar, y que son prueba elocuente tanto de la vastedad de la documentación manejada como de la variedad temática de su información, siempre dentro del ámbito de las ciencias del espíritu, en el que son pocas las áreas que han quedado fiu!m de su interés. Además de las actividades docentes, hay que hacer memoria de las numerosas conferencias pronunciadas en centros universitarios, tanto nacionales como internacionales, así como su participación en las Semanas de Filosofia organizadas por la Sociedad Española de Filo– sofia, de la que era miembro. Lo era también de la Sociedad Espa– ñola para el estudio de la filosofia medieval, de la Societé Internatio– nelle pour l'Etude de la Philosophie Médiévale, de la Cusanus– Gesellschaft, de la Svcieta Internazionale di Studi Francescani, de la Societas Internationalis Scotistica. Enrique Rivera se definía a sí mismo como un «pensador cristia– no»; hizo suyo desde siempre el aserto del Evangelio de San juan de que 103
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