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! Diciembre . l recuerdo grato y alentador. Siempre se le encontraba dispuesto para oír confesiones, para dar un consejo, para animar a todos. Y especialmente, su testimonio de vida -de "observancia regular" en el mejor sentido de la palabra- es algo que ha quedado vivo entre nosotros. Su vida religiosa sobresalió, sobre todo, por su acendrado y sincero amor a la Santísima Virgen. Podemos decir que a Ella dedicó todas sus energías y su apostolado. Entre las muestras de ese amor a la Virgen ocupa el primer lugar la traducción que hizo al castellano del libro del P. Jerónimo de París: Nues– tra Madre del Cielo, con el fin de propagar entre las almas la devoción y amor a María. Esta traducción alcanzó, al menos, cinco ediciones con– secutivas. Otra muestra de este amor es la valiosa colección de sellos, con motivos marianos, que nos ha dejado y que el P. Emilio fue recopilando durante mucho tiempo, constituyendo para él un auténtico hobby.» A propósito de este último dato quiero recordar una anécdota: en cierta ocasión, me regaló un precioso sello de la República Francesa para entre– garlo a un sobrino a cambio de otro de la Virgen, con estas palabras: «vale más una imagen de María que mil Napoleones». BIBLIOGRAFÍA: BOP 35 (1982) 280-282;Flash, n.º 61 (1982) 17 s;Los Capu– chinos en Montehano, Valladolid, 1954, 45; AO 103 (1987) 140. 988

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