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Bilbao. En este mismo convento quedó con el cargo de Guardián e instructor de hermanos en el Capítulo de 1957, hasta que fue trasla– dado a Vigo como delegado local de vocaciones en 1960. En 1962 se le destinó a Gijón con el oficio de Vicario y a partir de 1963, en que fue nuevamente trasladado a Bilbao, dejó de de– sempeñar cargos de gobierno en nuestras fraternidades, aunque permaneció allí por espacio de trece años dedicado a los ministerios sacerdotales y continuando, con su ejemplo a los novicios, la labor educadora que anteriormente había ejercido entre los estudiantes y religiosos jóvenes de la Provincia. Su última residencia fue el convento de El Pardo, donde fue trasladado en 1976, bastante agotado en sus facultades físicas. En la madrngada del 2 de diciemhrf' df' 1 !182, después d f' haber estado internado varios días en la clínica madrileña de San Camilo, falleció a los 89 años de edad, 73 de vida capuchina y 63 de sacer– docio. Toda su vida religiosa y sacerdotal estuvo dedicada a cuatro acti– vidades fundamentales: servir a la Provincia mediante los numero– sos cargos de gobierno que desempeñó en nuestras fraternidades; educar espiritualmente a los religiosos jóvenes en nuestros colegios y fomentar la vida espiritual en las almas mediante el confesonario y la dirección espiritual. Y hubo una cuartá actividad en la vida del P. Emilio: fue el apostolado de la predicación, pero no tanto con la palabra como con el «buen ejemplo», siendo este buen ejemplo una de las actitudes que más en serio tomó en su meritoria vida de reli– gioso y sacerdote. Así nos habla el cronista provincial en la nota necrológica aparecida en el BOP con motivo de su muerte (BOP, n.º 194): «... El P. Emilio García fue uno de esos religiosos ejemplares que, can .YU vida de apostolado, su porte austero y sencillo, su comprensión fraterna e incluso su fina y espiritual ironía, han dejado siempre en todas partes un 987
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