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Enero « ...Pienso que así debe ser mejor. Que Dios prefiere este mi trabajo de callado y continuo sufrimiento al de una actividad que no siempre resulta– ría tan afectiva como la querida e impuesta por el Señor. Pienso también que mis dolores pueden ser redentores, como los de Cristo, y que mi diminu– ta pasión completa la Pasión grande, con mayúscula, del Redentor, confor– me al pensamiento de San Pablo, y entonces dejo de rebelarme y acato plenamente la voluntad del Señor y hasta le doy gracias por este inmenso beneficio de haber colocado y haber dejado sentir su mano sobre mi vida pecadora para hacerla mejor por el dolor... » La hermana muerte le visitó inesperadamente cuando se encon– traba sentado conversando con dos religiosas de la congregación que él mismo había fundado. Ya había fallecido cuando ingresó en el hospital de Valdecilla, a pesar de los cuidados que le prestaron solícitamente las religiosas que le acompañaban. Así concluyó el último tramo <le su existencia, de un vivir al ritmo de sus afanes y con unos logros gratificantes gozados con humildad y ganados con empeño, dedicación y honestidad. «Donde no existe la esperanza, no existe el esfuerzo» (Johnson). Sola– mente saliendo de la rutina, comprometiéndose y conociendo riesgos se pue– de estimular la esperanza, y con la esperanza en la vida, es posible que el hombre llegue a convertir sus proyectos en realidad. El P. Emilio, fue un hombre lleno de esperanza, y por eso fue también un religioso reflexivo, constante, decidido. Su carácter, aparentemente personalista y algo introvertido, fue so– lamente la apariencia de un hombre abrumado por el trabajo realizado, a veces, en la más absoluta soledad; pero un trabajo que le hizo espiritual– mente rico y le llevó a un vivir internamente feliz, al constatar cómo iban llegando, poco a poco, a madurar los frutos de sus ilusiones. La honestidad, la dignidad en su comportamiento, el esfuerzo y la cons– tancia fueron los compañeros que le llevaron de la mano y le garantiza– ron un éxito seguro en la realización de sus anhelos espirituales y huma– nos. 28