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marzo de 1925 salieron de Tucupita el Sr. Obispo, el P. Santos y el Hno. Daría de Renedo, llevando de bogas o remeros a cinco crio– llos. El primer día hicieron alto para pernoctar en Macareo-Santo Niño. Prosiguieron el viaje al día siguiente, pero, a causa de los bancos de arena que encontraron, no pudieron llegar sino a la boca del caño Araguao, hospedándose en la casa del Comisario de la región. En la mañana del día 12 partieron de aquel lugar en falca, y el día 13 se encontraban ya en Araguaimujo. «Así que llegamos -dice el P. Santos- y sacamos de la embarcación la caja de los ornamentos y otra cajita en la que llevaba mi chinchorro, mefui con Fray Daría por detrás del rancho de Torres y, cuando comprendí que nadie me veía sino el Hno. Fray Daría, me postré en tierra y la besé, dando gracias a nuestro Señor por haberme concedido la dicha tan grande de vivir entre infieles, de mí por tanto tiempo pedida y deseada». Así puso Fray Daría su granito de arena en la fundación de la estación misional de Araguaimujo. A partir de esta fecha, los centros misionales donde desarrolló su actividad fueron: Tucupita, hasta 1926; doce años en Upata (1926-1938); Araguimujo (1938-1939); nuevamente, Upata (1939- 1942); Tucupita (1943); Araguaimujo (1943-1945); Tucupita (1945- 1947); Guayo (1947) y Upata (1948). En 1948, después de treinta y cuatro años de estancia en Améri– ca, hizo su primera visita a la Provincia para tomarse una tempora– da de descanso. Durante esta visita pasó algún tiempo en El Pardo, donde montó un pequeño taller de encuadernación, por el que pa– saron casi todos los alumnos del colegio, arreglando, bajo la direc– ción de Fray Daría, sus propios libros de texto. Fue, sin duda, una enseñanza sumamente práctica, fruto de la experiencia que él había adquirido en Puerto Rico al frente de la administración de la revista La Verdad. De vuelta a Venezuela, fue destinado a Kavanayén (1950-1952), Guayo (1952-1960) y Maracaibo (1960-1966). 1053

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