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autoridades civiles que llegaron a declararle hijo adoptivo de Tucu– pita. Tucupita es la capital del territorio federal Delta Amacuro. Se encuentra situada a orillas del río Orinoco que recorre 2.400 km y vierte sus aguas en el mar a través de innumerables bocas o caños del Delta. Junto a este padre de los ríos, como le denominó Humboldt, desarrolló Monseñor Argimiro toda su actividad como Vicario Apostólico. Pan, vivienda, trabajo, cultura para los indios y... a evangelizar; colonización y apostolado han sido las constantes mantenidas por los capuchinos en toda misión. Por eso, la vida del P. Álvaro fue, antes y después de su consagración, un denodado esfuerzo por transformar el hábitat y las condiciones de vida de los indios waraos que se encontraban en el Delta: introdujo lanchas y embarcaciones para los desplazamientos; montó pequeñas centrales eléctricas; ad– quirió maquinaria para los trabajos del campo y el desarrollo de industrias; luchó contra las desastrosas inundaciones anuales del Orinoco. En este sentido, demostró al Gobierno que estos desastres podían ser remediados: marchó a Alemania y consiguió una draga para limpiar el cauce del río, librando así, a los habitantes del Delta, de una gran pesadilla. La construcción de poblados, el acondicionamiento de iglesias y la construcción de nuevos templos fue otra de las empresas que emprendió con grandes sacrificios, pero con espléndidos resulta– dos. Obra suya fue el diseño de la fachada de la iglesia de Tucupita; sus abnegados artífices, los padres Vegamián y Mondreganes, vie– ron embellecida su obra con los artísticos ventanales traídos de Ale– mania por encargo del, entonces, P. Álvaro de Espinosa. Son in– decibles los trabajos y sudores con que está amasado el cemento de las paredes de este hermoso templo. Cada imagen, cada torre, cada altar, cada piedra han supuesto muchos sacrificios, contando cada cual con su propia historia. 1047
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