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intensamente toda su actividad misional. Habiendo sido destinado el P. Baltasar de Matallana a la misión de Santa Elena, entregó la parroquia de Tucupita al P. Álvaro de Espinosa, el 13 de marzo de 1943; pero a causa de una enfermedad, que le obligó a someterse a una operación quirúrgica en Caracas, hubo de abandonar tempo– ralmente la parroquia, desde el 28 de junio hasta el 16 de diciembre de dicho año. Cuando en 1954 la Guayana fue incorporada a la diócesis de Ciudad Bolívar y el Caroní se constituyó en distrito federal, el P. Álvaro fue designado como primer obispo de Tucupita. El Acta de erección de la nueva diócesis se firmó en Roma el 1 de septiembre de 1954, y la Bula del nombramiento del P. Álvaro como obispo, el q <le frhrern de 1956. La consagración episcopal de Monseñor Argimiro García de Espinosa como primer Vicario Apostólico de Tucupita y obispo ti– tular de Coropiso fue efectuada el día 8 de julio de 1956 por el Nuncio del Papa en Venezuela, Monseñor Rafael Forni. Este hecho ha sido, sin duda, el máximo acontecimiento registrado en los ana– les del territorio Delta Amacuro: tres Vicarios apostólicos; el Obis– po de Caracas; el Gobernador y Concejo municipal en pleno; representantes del Gobierno; Sr. Embajador de España; representa– ciones de empresas, comercio y la Guardia Nacional; asociaciones de religiosos y religiosas llegadas de Caracas, Ciudad Bolívar, Gran Sabana... y una incontable muchedumbre de fieles procedentes de toda la colectividad deitana resaltaron, con su presencia, la ceremo– nia de consagración. Las siguientes son palabras de un testigo presencial: «El día ocho apareció radiante, a pesar de los temores y las prediccio– nes; y la animación y gozo espiritual del pueblo católico ante la inminencia del gran acontecimiento se contagiaba de unos a otros. Día inolvidable para Tucupita, a la verdad. 1045

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