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De la muy apreciable labor realizada por el P. Lorenzo son testi– go los 65 años de sacerdocio, dedicados íntegramente al apostolado de las almas y al servicio de la Provincia: algunos cargos de gobier– no, bastante predicación, muchas horas de trabajo en la celda y en el confesonario han hecho posible que hoy podamos encontrar en la historia de nuestra Provincia otro religioso ejemplar que, sin lla– mar demasiado la atención, con gran constancia y desinteresada generosidad, ha colmado su vocación franciscana y sacerdotal de buenas obras. Con motivo de la celebración de las Bodas de Oro de la restau– ración de las misiones capuchinas en el Caroní y, tras las gestiones realizadas por el P. Cesáreo de Armellada, el Gobierno español concedió al P. Lorenzo la Cruz de Caballero de la Orden de Isabel la Católica, en mayo de 1975. Igualmente fue condecorado por el Gobierno de Venezuela con la Orden de Francisco Miranda de 2.ª clase, que le fue impuesta el 10 de julio del mismo año con motivo de haberse trasladado a Venezuela para la celebración de dicho acontecimiento. Toda la vida del P. Lorenzo se puede resumir en una sola frase: servicio humilde a Dios con su sacerdocio y a la Orden con su trabajo. Fueron muchas las horas que consumió para llevar a cabo algu– nos de los trabajos encomendados por los superiores, que dieron como fruto la publicación de Mártires Capuchinos de Castilla - Veinti– dós testigos dejesucristo (Madrid, 1960), obra en la que demostró el gran afecto que sentía por nuestra Provincia de Castilla. Otras obras como Epistolario orientador (Madrid, 1968), sobre la vida del P. Fer– nando Olmedo, demuestran de igual manera su aprecio hacia todo lo franciscano. Al concluir los procesos de beatificación de nuestros mártires, en 1960, les dirigió una «súplica espiritual», de la que forman parte las frases si– guientes: 1032
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