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[J Diciembre 1 volvió a Bayamo y, finalmente, al C1isto de Limpias (La Habana), donde residió hasta 1971. Falleció en La Habana (Cuba) el 7 de diciembre de 1971, a los 89 años de edad, 68 de vida religiosa y 59 de estancia en la Custodia de Puerto Rico, Cuba y Venezuela. El Hno. Gerardo prestó sus servicios en la Custodia durante la mayor parte de su vida religiosa: toda ella, excepto los ocho años pasados en la Provincia desde su primera profesión. En más de una ocasión manifestó su intención de no regresar a España, pues de– seaba morir en América, como efectivamente sucedió. Antes de marchar a la Custodia tomó parte en las obras de con– solidación del convento de Vigo y preparación de la huerta. Des– pués, ya en América, colaboró activamente en las primeras fun– daciones que tuvieron lugar en las islas de Cuba y Puerto. El testimonio de un religi,oso que vivió con él en América nos ayuda a trazar las líneas maestras del carácter y de la fisonomía espiritual de este hermano capuchino: «... Su vida era sencilla y muy ordenada. No hacía ruido. Se insinuaba. Su presencia era callada y estimulante. No hablaba sino cuando era pre– guntado. Tenía la sabiduría de los ancianos. Era un hombrejusto en pala– bras. Nunca intervino en favor de alguien, si esto significaba ponerse en contra de otros. Para él todo el mundo era bueno... Nunca se quejó de ninguna incomodidad,fuesefísica o moral. Un hombre ideal para la convi– vencia en la bondad. Si necesitaba ser ayudado, aceptaba la ayuda sin orgullo. Pedía humildemente. Se conformaba con poco. Nunca consintió el ser tratado con mimo. Era muy devoto. Su piedad se reflejaba en el rostro, iluminado por la paz interior. Participaba en todas las misas que se celebraban enJesús de Miramar. Ocupaba un lugar entre los fieles. Su actitud invitaba a los demás a la oración... Tenía amor por las cosas sencillas, por los animales, por las flores. 1014
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