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EL PROBLEMA DE LA RENOVACION DEL APOSTOLADO... 5 -Dígame, ¿ha asistido usted a alguna misión, ha estudiado stqmera la trama interna de una misión?. -Pues, en relidad, no. Pero lo he oído tanto ... -Pues bien, ¿no le parece mejor no juzgar y no hablar de lo que no se conoce? En esta misma línea se ha hablado también del "tremendismo y de la truculencia", de la afectación cómica, de la retórica excesiva, del clamor contra los pecados y los pecadores, de misiones con la finalidad exclusiva de con– fesiones generales, de predicación terrorista, vengadora, polemizante, exclusi– vamente moralizadora, grandilocuente, etc. Y muchas de estas frases se han dicho y escrito con referencia no di– simulada a misiones que cosecharon frutos maravillosos de conversiones a la fe y a la práctica de la vida de fe. No hay duda de que se hablaba "de lo que se dice" y sin conocimiento de causa. Los profesionales de la misión tradicional saben también el terreno que pisan, y acomodarse a los ambien– tes, superando modalidades accidentales del pasado y adaptándose a las exi– gencias de los tiempos nuevos. 6. 0 Añadiré aún un· argumento más· y en esto sí doy toda la razón a quienes lo esgrimen, pero lo creo igualmente valedero desde ambos lados de la contienda, aunque sin que afecte para nada a las misiones en sí .mismas, sino a la manera desorbitada de concebirlas y realizarlas. La censura va con– tra las misiones que no son ·misiones: hemos oído criticar misiones popula– cheras con predicaciones y actos, dentro y fuera de la Iglesia sin la seriedad propia de un apostolado de conversión y que han sido todo menos un men– saje de salvación para la parroquia, misiones con recursos atentatorios con– tra ia libertad de la confesión, misiones de diez días en que, en frase del párroco "los misioneros no han dicho nada que hiciera al caso", misiones que no hán sido tal cosa, sino a lo más una serie de conferencias de apolo– gética, de doctrina social, de formación litúrgica, de espiritualidad seglar, etc. ("exposición meramente doctrinal, interesante, pero fuera de lugar", en frase de un señor ·obispo), todo ello cosa muy distinta de la predicación kerigmá– tica propia del apostolado misionero. 7.º Finalmente no podemos dejar de referirnos a cuanto se oye decir en relación con los frutos de las misiones, tratándolas de apostolado de im– presionismo momentáneo, resplandores religiosos de unos días como tormen– tas de verano, luces de bengala, fuegos artificiales, etc., etc. Lo cierto es que esta apreciación en muchos casos tiene algo de verdad. Y los misioneros, cuántas veces son los primeros en percatarse de ello y lamentarlo, sin poder– lo remediar. Es verdad, las misiones son apostolado de impacto, y tienen como objetivo convertir las almas por el ministerio de la palabra y dar un impulso nuevo a las feligresías hacia una comunidad viviente en la fe, en d apostolado, en la práctica de la vida cristiana. Pero estas no son metas
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