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18 JESUS SEUNZA DE GUERENDIAIN, O. p; M., CAP. to de las misiones: "Ni inmovilismo retardatorio y peligroso ni afán excesi– vamente progresista, no menos peligroso". La Iglesia pide y exige hoy renovación y adaptación, no revolución. Y romper de un plumazo, como hay quien lo pretende, con una tradición mi– sionera de largas experiencias y rica en frutos de apostolado, sería una ver– dadera revolución en todo el sentido de la palabra, y con consecuencias im– previsibles, pero ciertamente funestas. Privar a nuestro pueblo acostumbrado, a través de las serias meditaciones misionales, a la reflexión que orienta su vida en sentido cristiano, y pretender de repente darle esa misma orientación por otros caminos, aun siendo éstos de fondo doctrinal más completo y más profundo, eso sería un error. No olvidemos tampoco que se trata de un apostolado masivo, en el ·que no se puede pretender conseguir lo que tal vez se puede lograr con grupos reducidos en un ambiente de clausura. Afirmo, pues que debemos conservar la_ tradición, que no es un pasado muerto e inerte, sino una vida que incorpora y asimila lo actual. La tradi– ción nunca está acabada, siempre se está haciendo y su función es trasmitir al futuro lo pasado enriquecido con lo presente para seguir enriqueciéndose con el futuro. Aunque tal vez algo confusamente, queda señalado a lo largo de este trabajo lo que parece se debe conservar del pasado, lo que parece debemos incorporar y asimilar de lo nuevo para renovar y enriquecer la tradición mi– sionera, al ritmo del resurgimiento eclesiástico actual con aplicación a la pas– toral. En resumen ordenado y esquemático podría formularse así: a) Lo que debemos_ conservar 1. 0 La orientación de las misiones hacia la finalidad específica de este apostolado. La conversión cristiana. Conversión de la incredulidad a la fe, del pecado a la gracia o de una vida cristiana, amorfa y desvaída a una vida de fe más intensa y práctica, según los casos; pero siempre la conversión real, la metánoia, el cambio de disposiciones íntimas de las almas en el encuen– tro personal con Cristo Salvador. Convertir la misión en una novena, en un cursillo de conferencias de cualquier materia, por interesante y necesarias que sean, es salirse de órbita. Estas son cosas propias de otras actividades pastorales. Las misiones son específicamente apostolado de conversión o refor– ma para la salvación y esto con carácter extraordinario, distinto de la pastoral ordinaria, y con apremio de una respuesta perentoria y a corto plazo de las almas al mensaje de salvación. 2. 0 Los sermones o meditaciones sobre las verdades de salvación inclu– yendo en ellos, no sólo las postrimerías del hombre, sino todos los temas que ponen en juego los diversos resortes que pueden mover la voluntad : sen-

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