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16 JESUS BEUNZA DE GUERENDIAIN, O. F. M., CAP. sioneras. Ellos no hacen sino repetir el pregón de salvación y la llamada urgente a la conversión lanzado al mundo por el mismo Jesús y los apóstoles. d) Individualismo o comunitaris.mo Nos queda aún por afrontar un problema de particular interés entre los que se plantean hoy en relación con la renovación y puesta al día de las Sagradas Misiones : el problema del enfoque individul o colectivo de la misión. Se acusa hoy a las misiones clásicas de ser individualistas, de tender a la conversión o reforma de los individuos, sin cuidarse de orientarlas a la formación de la comunidad cristiana, parroquial o diocesana; tendencia ex– presada en frases que son como lema y consigna repetida en todas las pre– dicaciones: "salva tu alma, conviértete al Señor, guarda los mandamientos, tengo un alma que no muere, tengo un alma que salvar...". Y se quisiera en esto· un cambio de orientación, algo así como lo han hecho las ejercitaciones por un mundo mejor, respecto a los ejercicios de San Ignacio; que en la planificación de las misiones, al menos como fina– lidad última, se tuviera en cuenta la renovación de las parroquias en su con– junto, la reforma de las estructuras, la creación de la comunidad cristiana viviente y operante; que la consigna no fuera "salva tu alma", "Dios en tu vida" o lemas parecidos, sino : "Cristo en las estructuras eclesiásticas y humanas para la salvación de toda la prroquia, de toda la ciudad o diócesis, mediante la evangelización permanente a través de un apostolado de con– junto bien organizado". Es lo que el P. Motte llama "fundar la Iglesia, plantar la Iglesia". Es sabido que las misiones del interior de Francia tienen como objetivo la renovación radical de toda la pastoral en las regiones o diócesis que se misionan. Es labor de meses y hasta de años, que entre nosotros no hace al caso, mientras la jerarquía no dé esa orientación y esa amplitud a las misiones de España. Concretándonos a las formas de misionar en uso entre nosotros, el pro– blema lo podemos plantear en esta pregunta: ¿en las misiones de diez o qui'nce ¿fas de duración el objetivo prefijado ha de ser la conversión de los individuos o la formación de la comunidad parroquial? Podrá parecer que no son cosas diversas, que se trata de una misma y única finalidad, ya que con individuos convertidos se forma la comunidad. No obstante no es así la realidad. Individuos creyentes y practicantes, supongamos que lo sean to– dos los de una parroquia, pueden constituir una masa de cristianos, sin que por eso constituyan una comunidad cristiana. Para lograrla es preciso crear e! alma colectiva, el espíritu comunitario de la masa. ¿Pero es esto tarea propia de la misión? El enfoque, la perspectiva de la predicación misionera ha de ser la conversión individual o la formación de la comunidad? La respuesta no parece difícil. La conversión nunca será
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