BCCCAP00000000000000000000695

266 VICENTE MUÑIZ RODRIGUEZ El princ1p10 de indiferencia no puede ser comprendido sino en relación con el del sentido. Y entre ambos se nos da la distinción radical según la cual se diferencian dos modos de ser: las cosas y el hombre. Cuando el hombre proyecta su sentido sobre lo que no lo tiene, hace ñsica con raíces metafísi– cas y, cuando acepta la indiferencia de las cosas en sí mismas, como algo independiente, autónomo, inicia con toda propiedad la ciencia física, en la que el ser importa sólo en cuanto objeto de conocimiento y de posesión. Estas ideas conducen a E. Nicol a re.plantearse los fundamentos de la ciencia y a ver con un nuevo cariz el enfoque de la metafísica. La explicación de esta problemática nos perdería fuera de los propósitos limitados de nuestra nota introductoria a E. Nicol. Al tener únicamente el hombre expresión con sentido, se exige una com– prensión de éste. Una interpretación o hermenéutica antropológica. Esta es posible por una intuición que nos da el sentido de la situación vital. ¿Cuál es esta? Bien podría ser descrita p-0r un abanico temático en el que no po– dría prescindirse de los siguientes puntos: la verdad, la forma común de ser humano y el sentido consentido de 1a expresión humana. Al considerar la verdad, E. Nicol intenta superar la definición' clásica y la renovada de Heidegger. Para ello, coloca el logos como vinculatorio entre dos o más personas. El logos, epistemológicamente, se define por la función apofántica del ser. La aparición del ser, su descubrimiento, es liberación: deja ser al ser. A este modo primario de la verdad, E. Nicol lo llama presen– tación del ser. Y a él corresponde en el sujeto que conoce su re-presentación. Pero en esta última, se presenta a la vez el ser del "representante" junto con el ser de lo representado. De esta manera, el ser aparece, reaparece y se con– vierte en el sujeto en un "parece", ya que forma en él una actitud frente al ser. Lo histórico ha hecho un apremio a lo absoluto e inmutable con que aparecía, para la metafísica, la verdad. Ha hecho reconocer que la verdad, en cuanto es expresión, es histórica. De igual modo, hay que pensar que la verdad es científica, por ser una representación. Este cuadro filosófico de la verdad, es completado por E. Nicol y supe– rado en cierta medida. Para él, la verdad "consiste en la corroboración dia– lógica, y no la requiere derivadamente como confirmación, pues la posibili– dad misma de esta confirmación depende de la previa comunicación del ser, efectuada en la expresión'.; En efecto, la verdad es una expresión en la que se comparte su evidencia. La verdad, así, dice relación consustancial a la vera– cidad y es fundamento de la ética. Por ella, se establece la vinculación exis– tencial entre un hombre y otro. La verdad no es una concordancia del pensa– miento con la realidad, sino una comunidad de logos sobre la realidad, efec– tuada dialógicamente. Desde esta inclinación del logos en sí, al coloquio, se comprende con ma– yor facilidad las afirmaciones de E. Nicol sobre el hombre y la comunidad social. El modo· de ser del hombre es su forma de ser común. Y por "común", aquí, no se entiende el constitutivo formal de un género o de una clase, sino el hecho de la comunidad, revelador de la forma de ser. En efecto, lo que caracteriza a los entes individuales hombres es el hecho de que se expresan inter-comunicáindose. Con su presencia, el hombre entra en diálogo con los demás. Por ello, el hombre no es nunca un extraño ni un desconocido para el otro, como pueden ser las cosas. A éstas se las posee, se las conquista.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz