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124 Rivera de Ventosa Enrique sin reparo por San Buenaventura. Nos referimos al sol que difunde sus rayos y a la fuente que se desborda en su plenitud 12 • Ante esta gran metafísica del Bien nos preguntamos ahora si tiene esta metafísica un sentido personal o impersonal. Para respon– der con garantía pregunta tan comprometedora queremos transcri– bir un pasaje muy pensado del pereclaro historiador del pensa– miento cristiano, E. Gilson. Después haber expuesto la metafísica del Bien según Platón, comenta: « Indublemente, nada se asemeja más a la definición cristiana de Dios que esta definición del Bien. Pero cuando ya se ha dicho todo lo que se ha querido, uhí queda el hecho de que Platón nunca llama di a su Bien. Sería desesperante persuadir a lor historiadores del platonismo de que, puesto que Pla– ton no dice que el Bien sea dios, haremos mejor en no hacérselo decir, pues hasta los intérpretes no cristianos de Platón han visto teología cristiana en su filosofía; después de lo cual resulta fácil de– mostrar que la teología cristiana sólo es una edición corrompida de la filosofía de Platón » 13 • E. Gilson constata aquí que todos los autores, aún los no cristia– nos,afirman que la idea de Bien se identifica con Dios en la meta– física de Platón. Pero añade que los no cristianos lo hacen para deducir que la teología - y aún todo el pensamiento cristiano - es una malversión de la filosofía del gran pensador griego. De seguro que E. Gilson, formular este juicio, tenía presente a Niezsche cuando sentenciaba que el Cristianismo es un platonismo desvaído, puesto al alcance de las masas. Mas debemos dejar esta cuestión que nos sale al paso para subrayar que también los pensadores cristianos, sin hacerse problema, han identificado la idea de Bien to agathón - con Dios. Con lo cual ha hecho decir a Platón lo que él no quiso decir. Y ciertamente Platón no quiso decir, al margen de si el to agathón es Dios o no lo es, es que esta realidad metafísica sea en sí misma una realidad personal. En este sentido las compara– ciones que hemos recordado: el sol que se difunde, la fuente que se desborda, dice plasticamente que el Bien se da sin motivo ni reflexión, por simple desbordamiento, de modo impersonal. Este impersonalismo, ya en la mente de Platón, viene a ser la esencia del sistema metafísico de Plotino, de inflexible rigidez unitario. De tal sistema se ha podido decir con verdad que es un pánteismo dinámico. 12 Plotino, sobre la comparación del sol, Ennead., I, vii, 1, 28; sobre la comparación de la fuente, Ennead., 111, viii, 10,5. 13 E. Gilson, Dios y la filosofía, tr. esp., Buenos Aires 1945, p. 47-48.

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