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122 Rivera de Ventosa Enrique de San Agustín, más escolásticos debemos agregar, son un eco de las palpitaciones agustinianas en su ida hacia Dios, a quien prefiere llamar Summum Bonum. Aunque también guste el doctor seráfico llamar a Dios Suprema Belleza 7 • Con esto señalamos ya un diferencia primaria entre el platoni– smo de San Buenaventura y su maestro Platón. Consiste sustancial– mente en aceptar integramente la inflexión personalista agustiniana frente al frío impersonalismo de Platón cuando ambos describen el camino y las etapas hacia el Bien y la Belleza Eternas. Esta concep– ción personalista ascensional San Buenaventura la regusta de modo excepcional en el último capítulo de sus Soliloquia. No se cansa del doctor seráfico de hablar con su Dios, de nombrarle, de alabarle y de ponderarle. Y hasta ve en esta actitud, cuando intensamente se cultiva en la tierra, un modo y manera de convertir a ésta en un « quoddam suburbium caelestis regni » 8 • Como si fuera un peregrino espiritual compone San Buenaven– tura sus Soliloquia. Guarda paralelismo con la búsqueda del sol de las ideas por los que salen de la caverna platónica, impulsados por el eros. Pero es al hacer esta comparación cuando la frigidez pagana no puede aguantar el ardor y entusiasmo que brota del alma que busca a Dios con el idilico y coloquial amor de la esposo del Cantar de los Cantares. San Buenaventura recuerda el momento en que ésta se sincera diciendo: « In lectulo meo quaesivi per noctem quem diligit anima mea» 9 • Dos mundos plenos de erotismo tenemos ante nosotros: el ero– tismo de la aspiración pagana a :alcanzar la Belleza que dicen eterna, pero que es siempre temporal; y el erotismo cristiano que va hacia Dios con la ingenuidad y transparencia con que la esposa del Cantar de los Cantares buscaba a su esposo. Nada más personal qua este amor bíblico frente al entusiasmo frígido de la concepción pagana 10 • Nos hemos entretenido en exponer el impersonalismo de la ten– dencia suscitada por el eros platónico tan distanciada de la ascensión personalista del amor cristiano. Pero ello es un preámbulo para 7 Para fuentes y bibliografía nos remitimos a J.G. Bougerol, Lexique bona– venturienne. Edit. Francisc., Paris 1969, en los vocablos: Bonum, p. 28 y Pulchri– tudo, p. 111. ' San Buenaventura, Soliloquium, cap. IV, n. 4 (ed. Quaracchi, T. VIII, p. 57). 9 O.cit., prologus, n. 2 (ed. Quaracchi, T. VIII, p. 29). 10 Adviértase que en todo el breve estudio hablamos de eros y erotismo en el sentido técnico que tiene en la metafísica de Platón, al margen del empleo trivial de la calle.

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