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Dos mentalidades en la idea del Bien según S. Buenaventura 127 Por nuestra parte volveremos sobre él en el apartado siguiente. Ahora nos interesa fijarnos en el otro motivo apenas rozado en los largo estudios dedicados a la historia de la teología trinitaria. Por todos los historiadores de la teología de la Trinidad se co– menta el lugar céntrico que ocupe la idea de Bien en la interpreta– ción del gran misterio cristiano. Pero no se toma conciencia, aún hoy día, menos el siglo XIII, de que la idea de Bien halla, en toda la corriente neoplatónica, distanciada de todo sentido per– sonal. La comunicación y difusión del Bien se concibe siempre como un irradiar necesario al margen de toda encuentro entre persona y persona De aquí el que produzca asombro el sacro atrevimiento del doctor seráfico al utilizar término tan pagano en su visión cris– tiana de las personas trinitarias. El que San Buenaventura no fuera plenamente consciente del trasvase que hacía en la idea de Bien, no mengua el valor de su enseñanza. Más bien es una perenne lección sobre el modo de usu– fructuar los grandes logros de la sabiduría humana para ponerlos al servicio de las altas verdades que propone nuestra fe. Si ahora preguntara alguno por los motivos que indujeron al santo doctor a realizar este esfuerzo interpretativo del misterio trinitario desde la idea platónica de Bien, podemos responderle que se dan dos muy principales: la piedad y la razón. El citado teólogo A. de Villalmonte subraya reiteradamente el motivo de la piedad, hasta llamar a las razones necessarias « argumento según la piedad» 19 • En efecto; la piedad seráfica del doctor franciscano es el ambiente religioso en que se desarrolla esta argumentación, la atmósfera espiritual en que brotan los razones necesarias del mi– sterio trinitario. Pues si la piedad incita a tener de Dios un concepto, lo más elevado y grandioso que sea posible, se sigue que el impulso efectivo suscitado por la piedad mueve la inteligencia a penetrar en el misterio de 1a fecundidad de Dios. A un espíritu saturado de pie– dad le es muy fácil pensar que Dios Padre, todo Bondad, comunica su ser a su Hijo Unigénito. El segundo motivo que indujo a San Buenaventura a las espe– culaciones sobre la Trinidad, fundadas en la idea de Bien, fue su confianza en la razón. Esto sea dicho contra quienes acusan de cierto fideismo la piedad seráfica del gran doctor. Sobre la con– fianza que San Buenaventura tiene en la razón hemos escrito páginas 19 ldem, El argumento de « razones necesarias»... p. 32.

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