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E,L EMPERADOR OARLOS v doNTRA i:,os CAPUCHINOS 377 corporar su movimiento a la Observancia, prometiéndoles todas las po– sibilidades y facilidades de realizar en ella sus ideales de auténtico franciscanismo bajo la obediencia de los superiores observantes. Con– vencido de haberles propuesto una plataforma aceptable, continuó la visita de sus súbditos 13 , Mientras tanto el emperador se había trasladado a Nápoles, hacien– do su entrada solemne el 25 de noviembre. Y en la capital partenopea lo alcanzó de nuevo Lunel. Parece ser que regresaba bien impresionado de los coloquios con los representantes de la reforma capuchina y muy esperanzado de lograr el intento de la unificación del movimiento bajo la jerarquía de la Observancia. Mas como quiera que habían insistido, en exigir que toda decisión debía ser sancionada previamente por el papa, antes de regresar a Roma e informar a Su Santidad acerca de los asuntos encomendados, pidió al emperador, avalorando su súplica con la autoridad de su experto consejero el card. Quiñones, una carta de recomendación para dar cima al plan de encauzar por el ámbito de la regular observancia el pujante movimiento de los capuchinos. Y efectivamente Carlos V consignó su voluntad en la carta dirigida a· Paulo III el 4 de diciembre de 1535. Nos parece fuera de duda que el inspirador de la m1s1va imperial fue el propio cardenal Quiñones. Así se trasluce del tenor mismo de la carta al insinuar que sería él quien daría personalmente ulteriores explicaciones al papa. Es verdad que Vittoria Colonna el 29 de diciembre la atribuía a las noticias unilaterales e interesadas comunicadas por el general al emperador 14 , pero no niega o excluye que al hacerlo fuera el intérprete autorizado del cardenal protector, como lo dice, por lo menos implícitamente en otra carta posterior fechada el 27 de junio del año siguiente 15 • Así lo interpretó también el editor del epistolario de la marquesa de Pescara, y recientemente el jesuita Pedro Tacchi Venturi, quien afirmó taxativamente que Carlos escribió esta carta al dictado, o por sugerencias e instancias de Quiñones 16 • El afortunado hallador de la carta, a principios de este siglo, fue el citado Tacchi Venturi. Mientras rebuscaba en el archivo de Estado de Nápoles la documentación relacionada con los jesuitas, tropezó impensa- 13 Así consta en la carta fecha 16 de enero de 1536 dirigida por Ludovico de· Reggio a Bernardino de Asti. Véase el texto en EDUARDUS ALENCONIENSIS, Tribula– tiones, 60-66. 14 La marquesa escribía en la fecha mencionada al card. Hércules Gonzaga: « V. S. faccia come deve a Dio et alla sua virtu, et sappia che Sua Maesta Cesarea,. non sapendo se non da! Generale [O.F.l\lLObs.] seran cinquanta frati smodati [i cappuccini], scrisse cosl » (Vittoria Colonna, rnarchesa di Pescara. Carteggio rae– coito e pubblicato da Ermanno FERRERO e Giuseppe MÜLLER, Torino 1892, LXVI, 100). 1;; Véase el texto en la nota 49. 16 « Accetto eom'era [Quiñones] all'imperatore, ,lo mosse a scrivere una !et-• tera pressantissima a Paolo III, il cui testo, fin qui sconosciuto, pubblico ora per la prima volta » (Pietro TAccm VENTURr; S.J., Vittoria Colonna fautrice della riforma cattolica secando alcune sue lettere, Roma 1901, 16; cf. Coll.Franc. 1[1931] 38). Así piensa también Benedetto NICOLINI, Bern.ardino Ochino. Savuio bio,qrafico, en Biblio11. (Napoli) 1 (1959) 96.
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