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EL EMPERADOR CARLOS V CONTRA LOS CAPUCHINOS 383 Como ya se dijo, esta segunda intervención desfavorable a los capu- 0chinos había pasado desapercibida a los cronistas e historiadores. O para hablar con más exactitud, eran desconocidos el texto y las circuns– tancias de la carta, pues los historiadores primitivos al aludir a las cartas escritas por los príncipes y por el mismo emperador no especifican ni cuántas ni cuáles fueron 29 • III. - ACOTACIÓN INTERPRETATIVA A buen seguro que el lector habrá quedado sorprendido al leer en estas cartas imperiales alguna que otra palabra chocante y ciertas alusiones veladas a posibles graves inconvenientes. Según nuestro modo de ver, la perspectiva nacional española de intensas corrientes espiritua– les y reformadoras ofrece una explicación satisfactoria de la incerti– dumbre causada por la lectura. Bastará recordar someramente el contexto histórico e ideológico de las cartas. Si bien la palabra « secta » etimológicamente no implica un signi– ficado odioso y peyorativo, en cuanto significa una minoría religiosa y reformista que abraza un determinado modo de ver, pensar y vivir dife– rente del seguido tradicionalmente por la mayoría o por el grupo pre– dominante de asociados; salta a la vista que en el caso presente (se repite en las dos cartas) el apelativo es sinónimo de un movimiento que tiende a separarse de los moldes comunes de un determinado modo de vivir comunitario, y a encauzar la actividad de los individuos y de la corpo– ración por nuevos derroteros. Y esta actitud novedosa se califica de peligrosa por ser causa u ocasión de males e inconvenientes compro– bados en movimientos similares, es decir, por « otras cosas nuevas ». La sospecha más o menos fundada pudiera reflejar la preocupación del emperador y sus consejeros ante el avance amenazador e inquietante del luteranismoªº· Creemos, sin embargo, que tiene su explicación lógica en el vigoroso movimiento de los « alumbrados », enérgicamente reprimido por aquellas fechas en la península ibéricaª 1 • 29 « E quando [i cappuccini] sentirono che gl'havevano fatto [gli avversari] venir lettere da tutti i Principi christiani, insino da Cario quinto » (BERNARDINUS A ·COLPETRAZZO, op. cit., lib. 1, Assisi 1939, 298). a~ Carlos V no lo perdía de vista, ni aun durante su estancia en Nápoles. La noticia puede servir para iluminar aquel ambiente, en el que poco después apa– rEl'Cerían brotes y rebrotes de la seudoreforma. « Alli 4 di febraro [1536] l'Impe– ratore fece pubblicare uno editto da pubblicarsi ancora per tutti li Regni suoi, che nissuno abbia pratica o commercio con persona infetta di eresia o sospetta dell'eresia luterana sotto pena della vita e di perdere la robba » (Gregorio Rosso, Historia del– le cose di Napoli, 65). a1 Para una visión sintética de conjunto con la correspondiente bibliografía selecta, cf. ROMÁN DE LA INMACULADA, 0.C.D., El fenómeno de lo8 alumbrados Y su .interpretación, en Ephem.Carm. 9(1958) 49-80.

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