BCCCAP00000000000000000000691

380 MELCHOR DE POBLADURA Roma. Así lo comunicaba el 29 de diciembre la marquesa al card. Hércu– les Gonzaga, suplicándole al mismo tiempo que interpusiera su vali– miento ante el papa para contrarrestar y anular la intervención del emperador 22 • Estos informes algún tanto apresurados recibidos por la marquesa no eran del todo exactos. Por de pronto, por aquellas fechas, como bien a las claras demuestra la carta que ahora publicamos, el arrepenti– miento de Carlos y la lógica revocación o suspensión de la solicitud en– viada a Roma estaban aún lejos de ser una realidad concreta. Dado el carácter emprendedor y decidido de la marquesa y su ascendiente en la corté, no se excluye - si bien carecemos de pruebas documentales para probarlo - que ella misma escribiera a algunas de sus amistades de Nápoies, muy allegadas al emperador, para esclarecer la verdad y perorar la causa de los capuchinos. Mas también debieron hacerlo, en sentido contrario naturalmente, sus adversarios solicitando al emperador para que reiterara la petición y exigiera el cumplimiento de los deseos expresados en ella. Así parece deducirse dél textó de la carta, cuando afirma que « dizen » que la reforma capuchina avanza y se consolida. Este nuevo recurso al emperador debió ser motivado por la actitud enérgica y decidida de Bernardino de Asti, que defraudaba las espe– ranzas concebidas por Lunel en Calabria y comunicadas a Quiñones en Roma. Desde luego, el vicario general de los capuchinos había logrado que la comisión cardenalicia encargada de resolver las cuestiones pendientes se integrara con otros tres cardenales favorables 2 ª. Además se dirigió personalmente por escrito a los adalides del movimiento en Calabria, exhortándolos, o mejor aún, imponiéndoles que de ninguna manera llevaran a la práctica lo convenido entre ellos y el general observante 24 • Carlos V impulsado por sus consejeros interviene de nuevo e:t:1 el asunto, y el 17 de enero de 1536 escribe, insistiendo en los conceptos manifestados el mes anterior. Esta segunda carta, más que por el con– tenido - aunque éste tiene también su importancia - es digna de consideración porque nos revela una vez más el interés y la urgencia con que se quería cortar el paso a la naciente congregación reformada. Había transcurrido apenas un mes; por tanto era casi de todo punto imposible, material y cronológicamente, que se hubieran actuado las recomendaciones imperiales por parte del papa. Sin embargo, el empe– rador reitera su petición, buscando nuevos intercesores de la causa de 2 2 Véase la nota 14. A continuación de las palabras allí transcritas se lee: « Ma gia se ne p~nte, et in Roma lo mostrará, spero. V.S. in questo mezzo sia con el Papa, et non comporti el mal li fanno ». 2a Fueron estos los cardenales Gaspar Contarini, Santiago Simonetta y Jerónimo Ghinucci. Cf. EDUARDUS ALENCONIENSIS, Tribulationes, 40. 2·4 No se han conse1'vado estas cartas del vicario general, pero su contenido nos es suficientemente conocido a través de la respuesta de Ludovico de Reggio (Bernar– \iii!) Giorgio había muerto el 19 de d;ciembre de 1535), fecha 16 de enero de 1536. Cf. EDUARDUS ALENCONIENSIS, Tribulationes, '60-'66.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz