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548 ALEJANDRO DE VILLALMONTE, OFMCAP nosotros se hizo pobre para enriquecernos" 3 • La palabra clave de este texto y de las mencionadas experiencias sanfranciscanas, es la generosidad. Para Francisco, Jesús pobre y crucificado, no es aquel que ha asumido sobre sí toda la pesadumbre y la inmensidad del dolor humano. Ni es el que se ofrece a la justicia del Padre como víctima expiatoria y necesaria por los pecados de la raza humana. El Hijo de Dios asumió la pobreza de toda la vida y la desnudez del madero de la cruz, como un acto de amor y generosidad hacia sus hermanos los hombres. Como explica más tarde el teólogo Escoto, Jesús asumió la Cruz ''por amor intenso a la Trinidad y a nosotros" ( ex amare intenso Finis et nostri). El crucifijo de San Damián representa para Francisco a Cristo, al mismo tiempo Rey glorioso y Rey crucificado: Dios reina desde la Cruz (Regnavit a ligno Deus), como dice la Liturgia del Viernes Santo. En este modo de vivir el misterio de la Cruz se sigue más de cerca el pensamiento de S. Juan. Para él, la exaltación y glorificación del Hijo del hombre comienza cuando es levantado en la Cruz (cf, Jn 3,14). La Cruz es el momento en que Jesús manifiesta el supremo amor al Padre y a los hombres. Y también el momento en el que el Padre manifiesta su máximo amor los hombres: "Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo unigénito (Jn 3,16). Porque la Cruz, de hecho y en la actual historia de salvación, es el momento en el que Jesús cumple al máximo su misión/elección de ser el Amador/Glorificador Supremo de la Trinidad. Esta alusión a S. Juan puede completarse advirtiendo que uno de los textos clave de la Cristología de Escoto es Jn 1,14: "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros y hemos visto su gloria; la gloria que el Hijo unigénito recibe de su Padre, lleno de gracia y de verdad". En el lenguaje y mentalidad teológica de Escoto quiere decirse que, al Hijo de Dios, al hacerse hombre/ carne, connaturalmente le correspondería asumir una "carne" gloriosa, impasi– ble, inmortal. Porque fue predestinado por Dios antes e independientemente de Adán y de su pecado. Evento que, según una vieja leyenda mítico– teológica, habría introducido el sufrimiento y la muerte en el mundo. El estatuto teológico propio del Verbo hecho carne, de Jesús como Dios– Hombre, sería el de bienaventurado: comprehensor, según terminología teológica. Un ser humano que disfruta en plenitud de la visión y amor beatificante de la Trinidad. Obviamente la anterior afirmación hace inevitable la pregunta de por qué el Glorioso Dios-Hombre se sometió a la condición de hombre pobre y crucificado. 3 1 Cor. 8,9. Flp 2,5-11 presenta al Mesías Jesús despojándose generosamente de la gloria que como a Dios le correspondía .Pero por obedecer al Padre, se despoja de ella y se entrega a la muerte afrentosa de la cruz.

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