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572 ALEJANDRO DE VILLALMONTE, OFMCAP partado. Del todo opuesta a mencionada indicación de los neoescolásticos. Por mi parte, pienso que la proclamación de María como exenta del pecado origi– nal: a) lejos de reafirmar la doctrina clásica sobre la universalidad del pecado original, se abre la puerta a su total superación; b) que esto puede entenderlo y realizarlo quien haya estudiado en profundidad y amplitud la enseñanza de Escoto sobre la Inmaculada. Tal como es preciso exponerla "ahora". Cierto, el 'Doctor de la Inmaculada' "entonces" presentó el don de la gra– cia original y la consiguiente inmunidad de todo pecado en Maria, como una gracia exclusiva de la Madre del Señor. Nada dijo ni podía contra la "commu– nis opinio" que defendía la existencia del pecado original en toda la raza adánica. Dicho esto, mi propuesta es que los principios teológicos sobre los que Escoto basó su argumentación a favor de María, leídos en su sentido "plenior/pregnante" llevan connaturalmente a la conclusión indicada. En el caso, los calificativos de "plenior/pregnante" quieren decir: los textos escotia– nos sobre la Inmaculada, leídos dentro del contexto de su entero sistema teológico, han de llevamos, por lógica interna, a afirmación que aquí hacemos Porque tenemos a disposición este grupo de afirmaciones explícitamente propuestas por Escoto: 1) La misión primera del Verbo encamado respecto al género humano, no es liberarlo del pecado (finalidad hamartiológica ), sino elevarlo a la participación de la vida de Dios, que es Caridad (finalidad caritológica). 2) La gracia elevante, preventiva concedida a María y a todo hombre es mayor beneficio que la gracia que libera del pecado. 3) Cristo es, por ello, el perfectísimo redentor y María la eminentísima redimida. María fue la criatura más necesitada de la gracia elevante y gratificante. 4) La necesidad primera de la gracia no hay que buscarla en una previa situación de pecado, sino en el hecho de que el hombre ha sido elevado a un fin sobrenatural, que excede absoluto su capacidad 'natural' de conseguirlo. Estas afirmaciones debidamente armonizadas entre sí, entendidas en su sentido "plenior/ pregnante" dan por resultado, en nuestra opinión, el que podamos afirmar: cuando 'entonces' proponía Escoto que María recibió la eminentís– ima gracia original en el primer instante de su ser, se estaba abriendo el camino para pensar y decir 'ahora ': todo hombre, al llegar a la existencia, recibe (según la medida de Cristo) la gracia de la inocencia original. Salamanca, abril de 2008 Alejandro DE VILLALMONTE, OFMCAP Ramón y Cajal 13 -37002 Salamanca. -e.mail: capuchinosl@teleline.es
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