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570 ALEJANDRO DE VILLALMONTE, OFMCAP La Inmaculada de Escoto crece con el tiempo.- Conocemos el dicho de Escoto: "con el correr de los tiempos siempre ha ido creciendo el conocimien– to de la verdad'. La verdad sobre la Inmaculada nacía-hacia el año 1308- co– mo una simple "opinión de Escoto (opinio Scoti).Pero la autoridad de uno so– lo, por grande que sea, no era fácil que llegase a triunfar. Unos años más tarde la "opinión de Escoto" se había trasformado en "opinio Minorum": opinión de la Orden Franciscana. Y dentro de esta Fraternidad, la Inmaculada era tema de estudio preferencial para la 'Escuela Escotista'. Escuela teológica, numerosa e influyente hasta el siglo XVII. En tiempos del concilio de Trento la doctrina 'inmaculista" era ya "opinión católica" universal (cf DS 1516). Fue declarada dogma en 1854. La historia de este dogma mariano resultó ser especialmente azarosa -llena de luces y oscuridades- dentro de la teología occidental. Más allá de este el crecimiento externo de la 'opinio Scoti' indicamos algunos factores internos que propiciaron de su crecimiento desde dentro. Ya en los comienzos del siglo XIV algún seguidor de la enseñanza de Escoto sobre la Inmaculada daba un nuevo argumento a favor de la santifica– ción original de la Madre del Señor: María, es la eminentísima redimida, luego es también la 'eminentísima predestinada'. Porque la santificación no es más que la realización en el tiempo del proyecto eterno del Padre (cf Ef 1, 1- 12). Conclusión lógica y decisiva para poder presentar a María elegida "en el mismo e idéntico decreto que Cristo", según fórmula que se hizo tradicional en la Mariología posterior y en los documentos marianos del Magisterio como la bula "Ineffabilis" y posteriores. Con ello se patentizaba que María, -en cuanto ser y personalidad sobrenatural- no tenía dependencia ninguna de Adán: de su gracia paradisíaca, de su caída, de a su redención. La dependencia de María respecto de Adán es puramente biológica. Como la de su Hijo Jesús hijo de David, hijo de Abrahán, hijo del mítico Adán genesíaco (Le. 3,23-30). En P. de Auréolo (1280?-1322) encontramos otro dato que enriquece la tradición inmaculista desde dentro: "Cuando se habla de la santificación (de María) hay que decir que no se refiere exclusivamente a la celebración de la santificación realizada en el seno materno. Se hace referencia a toda la santidad de la Virgen y a toda su excelencia como madre de Dios. La Iglesia la celebra como dada en germen en el día de su concepción" 35 • Con no menor profundidad esta misma idea estaba ya expresada con anterioridad en un texto de G. de Ware: 35 Texto de G. de la Ware, en Fr. Guilielimi GUARRAE-Fr. Ioannis DUNs Scon-Fr. Petri AUREOLI, Quaestiones de Jmmaculata Conceptione B.M Virginis, Ad Aquas Claras, Quaracchi (1904) 8.

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