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556 ALEJANDRO DE VILLALMONTE, OFMCAP antropológica secular ni a la antropología teológica. Dentro de este proceso evolutivo el teólogo no puede contar sino con una única "carne", naturaleza humana: la que portaba el primer 'horno sapiens', la de nuestro padre Abrahán, la del rey David, la de Jesús de Nazaret y la de nosotros, que somos " consustanciales", concorpóreos y consanguíneos con Jesús de Nazaret. La "carne impasible", dotada de inmortalidad, pertenece a un imaginario cultural puramente y mitológico. Y sería incluso un producto literario que podríamos calificar de 'teología ficción'. Así es posible calificar hoy a la clásica "teología de Adán", vigente durante siglos en nuestra cultura occidental 1 4 • Firme lo dicho, recordamos que la tesis de Escoto sobre Jesús de Nazaret quien, durante su vida terrena, fue plenamente "comprehensor", plenamente bienaventurado. No obstante es innegable que también sufrió en cuerpo y alma y murió por establecer el Reino de Dios en el mundo: por amor intenso a la Trinidad y a los hombres. Cómo se armonizaban en Jesús estos dos hechos es problema general de toda cristología, no específico de Escoto. Un precursor de Duns Escoto. El teólogo oriental Isaac de Nínive (+ca. 650) ha sido presentado como lejano, pero indudable precursor de la enseñanza escotista sobre el motivo de la encarnación. Y ello, según se verá en el texto que citamos, por doble motivo: a) porque presenta el amor de Dios a los hombres como la única fuerza que mueve al Padre a darnos a su Hijo unigénito; b) b) porque Isaac de N. participa de la enérgica protesta del Doctor Sutil contra la teoría que hace de Cristo un "Bien ocasionado" por el pecado de Adán. Dice Isaac de Nínive: "No debemos pensar que tuvo otro motivo sino el dar a conocer al mundo el amor que le tiene. A fin de que el mundo sea cautivado por su amor. Y se manifieste así, por la muerte del Hijo de Dios, la máxima fuerza de su reino, que es el amor. En modo alguno ocurrió la muerte de nuestro Dios para redimirnos de nuestros pecados. Ni por otro motivo, sino tan sólo para que el mundo experimentase el amor que Dios tiene a la creación .La remisión de los pecados podía haberla hecho de otros modos. Pero se sometió a la cruz, aunque no era necesario. Lo cual se comprende cuando oímos de su boca, "tanto amó Dios al mundo que le dio su Hijo unigénito" (Jn 3,16), para poner en marcha el plan de salvación ... "Debería avergonzarnos el 14 Estas ideas las he expuesto detenidamente desde diversas perspectivas en numerosos escritos. En forma sistemática y sintética puede verse A. DE VILLALMONTE, Cristianismo sin pecado original, Salamanca 1999. Al final de este libro hay un elenco de los estudios del autor sobre el tema del pecado original. Tanto en su dimensión histórica como sistemática.
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