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cíonales o extranjeros, como Pau Casals, J. Casadó, Risler, Sauer, Wanda Lan– douska y tantísimos otros. Por otra par~ te, la fama de los Preludios y su simpa– tía personal le abren todas las puertas. Pero si Madrid fué un paso hacia la cumbre del arte, París fué la meta, pro– visional al menos, de su ascensión. En París, a donde fué por primera vez a principios de 1920, el P. Donostia res– pira un ambie.nte incomparablemente más moderno que en Madrid y más ade– cuado a su curiosidad por todo lo nuevo, con tal que sea noble, bello, sincero y generoso. 2. Singular y m e r i t o r i o servicio prestó el P. José Antonio a la Acción ca– tólica de Madrid encargándose del cur– so de liturgia y canto gregoriano organi– zado por dicha entidad. Para que la enseñanza no fuera solo teór:ica sino tam– bién prúctica, formó un coro de señori– tas, escogido entre las discípulas, a quie– nes educaba en el canto y hacía actuar en parroquias y capillas. Con dicho co– ro y otros elementos disponibles solía -21-

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