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Pero donde quiera que resida, en el P. Donostia hay siempre continuidad de acción, porque una noble y luminosa idea guía todos sus actos hacia un fin grande y elevado. De ahí que en esta segunda fase de su vida sus aficiones, tendencias y actividades sean funda– mentalmente las mismas que vimos sur– gir y desarrollarse en la anterior. Ade– más el P. Donostia es un aprovechador extraordinario del tiempo; nunca des– cansa, en todas partes toma notas, donde quiera halla relaciones con lo que lleva entre manos y todo lo va guardando en el archivo de su memoria y en el otro más seguro de la carpeta. l. Va a Madrid en noviembre de 1918 con el objeto principal de oír músi– ca y entrar en el ambiente artístico de la Corte. Ambas cosas logra plenamente. Casi a diario tiene ocasión de asistir a conciertos, ya de las orquestas madrile– ñas, como la Filarmónica de Pérez Ca– sas y la Sinfónica de Arbós, por no ci– tar sino las principales que actuaban en aquella época, ya de grandes artistas na- -20-

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