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dote, el año 1908, en que fué a Barcelo– na a estudiar contrapunto y oír música. Conoció allí a Granados, gran amigo de los Capuchinos. Recordaba siempre con emoción el P. Donostia, como se recuer– dan las cosas primeras, la balada en ''la bemol", de Chopín, tocada por Grana– dos en la biblioteca del convento. En viajes posteriores a Barcelona trató a Pedrell y Apeles Mestres entre otros, ya músicos, ya poetas, y "descubrió" .a :\1aragalL Verdaguer, Guasch, Riber y tantos otros escritores. El P. Donostia recordaba con fruición estos viajes, que contribuyeron de manera decisiva a la formación de su espíritu. "Los catala– nes tienen poesías muy bonitas, solía decir; yo he puesto música a varias de ellas". No le acontecía lo mismo con la poesía castellana moderna. Para encon– trar letras musicables y de su gusto, se veía obljgado a acudir a los antiguos, a Lope de Vega, Valdivielso, Arcipreste de Hita y otros muchos, como lo atesti– guan tantísimas composiciones suyas re-· ligiosas. -15-

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