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en Bellas Artes de San Sebastián (1906) y con el folleto del mismo sobre la ópe– ra vasca. Tales aficiones crecieron con el estudio de las canciones publicadas por Ch. Bordes. Y cuando el año 1911 en casa de unos íntimos amigos gustó el P. Donostia en su propia salsa la can– ci.611 popular, cantada por gente del pue– blo, aquellas aficiones folklóricas se tor– núron en vocación decidida. Al punto comenzó la rebusca del folklore musical, primero en Baztán, luego en Sara, pue– blecito encantador de la vecina Labur– cli, y en otros lugares del País Vasco. Fruto de esta rebuscr, fué el Cancione– ro V cisco, entregado a la imprenta el año 1919 y aparecido el año 1922. A la par que el P. José Antonio re– cogía y estudiaba la canción popular, iba dando a conocer algunas de ellas, vestidas del ropaje de sus maravillosas armonizaciones, ya a voces solas, ya pa– ra canto y piano. La primera de estas composiciones f u é Ikazkina mendian, presentada al certamen musical abierto por la revista Euskal,erricwen Alde en -13-

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