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EL VENERABLE PADRE ESTEBAN DE ADOAIN 169 chinos espafioles a ponerse bajo la inmediata dirección de la Curia ge– neral; él, sin embargo, para no comprometer el desenlace de la situa– ción, no creyó oporttmo contestar ni a los religiosos ni a los señores obispos que solicitaban la unión, pero para cerciorarse mejor envió con este fin un mensajero especial 2 °, el cual confirmó la realidad y la amplitud del movimiento unionista. Los interesados fundamentaban su conducta en varias razones, de cuya validez no cabe dudar: a) Porque, a diferencia de los tiempos pasados, ahora apenas son cincuenta los religiosos que visten el hábito en los conventos; los tres– cientos, de que blasona el memorial, serán ancianos que viven en sus casas, incapaces de abrazar ele nuevo la observancia regular 27 • b) Porque todos los católicos espafíoles miran a Roma como a centro Yital de unidad. e) Porque lo mismo han hecho ya otras órdenes religiosas. d) Porque parece ridículo que un grupo de cincuenta o cien re– ligiosos constituyen pomposamente un Comisariato apostólico. Estas son las principales razones que resaltan en las cartas que se adjuntan 28 , por las que se ve además que los recurso§ a la Curia general son verdaderos y no "una mentira hipócrita", ni inspirados '' por el proselitismo revolucionario" o por el espíritu destructor de fray Elías, como el Comisario ha osado afirmar. Por su parte, el defi– nitorio general había informado a éste, a su regreso a la Capital, de las noticias recibidas de Espafia y con él había llegado a un Modus 'l!Ívendi admitido por entrambas partes, aunque del todo ignorado en este "memorial, repleto de inexactitudes y exageraciones y aun ele falsedades". Esta última frase revela crudamente el antagonismo de las dos tendencias. 3. EL MOVIMIENTO ACAUDILI.ADO POR 1n_, PADRE ESTEBAN Mientras en las esferas oficiales de la Curia Romana se ventilaba la postura jurídica de los capuchinos españoles y la posibilidad de un acuerdo, el vicecomisario trabajaba con denuedo por afianzar la res– tauración, abriendo nuevas casas y proyectando otras; pero sobre todo 26. Hemos demostrado en wtro lugar que este enviado especial fue el padre José Calasanz de Llavaneras. Cf. El P. José Calasanz de L/ai,ancras, 39 y sig. 27. Véanse las estadísticas que hemos compilado en base a los documentos co– nocidos. Más abajo doc. 16 y 17. :?_8. Probablemente le remitió las cartas de los PP. José de Alpens, Bernabé de Astorga y Serafín de Monóvar. Cf. Melchor de PoBLADURA, El P. José de Lla– vaneras, 31 y s'igs., 67-69.

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