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TEORIA DEL CONOCIMIENTO 411 ciencia en sentido p10pio, es preciso que la mente conozca sin duda, sia sospecha, sin error; o lo que es lo mismo con adhesión plena y, además, justificada. Lo cual presupone que el entendi– miento ve la verdad del objeto y la afirma, y ve juntamente que en tal visión no 5e engaña. Analícense a esta luz toda<; las ciencias humanas y se verá gue tanto tienen de tales en cuanto sus objetos son inmutables y percibidos con ceteza; y al contrario, en el punto y en el aspecto en gue carezcan de tales condiciones, dejarán de ser ciencias en el sentido propio de la palabra. Inmutabilidad e infalibilidad: y éstas absolutas. Porque hay que admitir que para la verificación o realización de la ciencia no bastarían una inmutabilidad e infalibilidad hipoté– ticas, relativas, que tuvieran solamente un valor secundum quid, provisional, transitorio y limitado: no, la definición de la verdad, el concepto mismo de ciencia no nos permiten una restricción tan mutiladora: la cual, por lo demás, nos conduciría a admitir una verdad impropriamente tal, provisional; y por lo tanto el relati– vismo: y como consecuencia lógica, el escepticismo, del que aquél no es sino una forma mitigada. Luego para que la ciencia sea posible, es de todo punto ne– cesario que en el conocimiento intelectual cierco se den inmuta– bilidad del objeto e infalibilidad de la mente: y éstas en sentido propio, si la ciencia ha de ser propiamente tal 7 • ¿ Cómo pueden darse estas condiciones ? Solamente interviniendo Dios. Porque las cosas pueden tener tres modos fundamentales de ser: El real, el intencional y el ideal: es decir, en sí mismas, en nuestro entendimiento y en la idea ejemplar que las representa en la mente divina. Ninguna otra manera de ser es posible, ni siquiera conce– bible, aunque mucho sutilice nuestro entendimiento. Ahora bien, las cosas no pueden ser inmutables en su ser« real»: contingentes como son, han comenzado a ser, pueden dejar de ser, y mientras dura su existencia, son mudables, transeúntes y en continuo cambio. Tampoco pueden serlo en su ser « intencional »: 7 « Quia nullus potest docere res scibiles alteri, nisi sit immutabilitas ex parte sci– bilis et certitudo sive infallibiltas ex parte scientis. Omne enim quod scitur, secundum Philosophum (I Post., c. 2, et. u1t.; VI Ethic., c. 3, 6; I Phys., text. 1), necessarium est in se sine mutabilitate, et certum est ipsi scienti. Tune enim scimus, cum causam arbitramur cognoscere, propter quam res est, et scimus quoniam ipsius est causa, et quoniam impos– sibile est aliter se habere » (Sermones de Tempore. Dominica vigesima secunda post Pentecos– tem. Sermo I (IX, 441b-442a).

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