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TEORIA DEL CONOCIMIENTO 409 Reconozcamos sinceramente: El proceso de la universaliza– ción es. oscuro, pero el hecho es cierto: Poseemos ideas y juicios (verdades) universales y necesarios, que son verdaderos con verdad objectiva. La teoría del Seráfico Doctor acerca de esto es la iluminación 1 • El tercer problefi?.a: Cómo podemos adquirir un conocimiento intelectual cierto, queda implícitamente resuelto con la solución que se dé al segundo. Por ejemplo, según Platón, el alma adquiere la ciencia recordándose: según Aristóteles, experimentando, elabo– rando especies inteligibles y discurriendo : según Descartes, dedu– ciendo « a priori » todas las conclusiones posibles (hasta la misma Física y la Fiosiología) de lo que él llama « el tesoro de mi espí– ritu», las ideas i1111atas, etc. Ahora bien, para San Buenaventura la visión platónica (como también el ontologismo) es una hipótesis falsa 2 • No se ha dado; porque el alma no ha tenido esa existencia anterior a su vida en este mundo. No se da, como lo demuestra el patente testimonio de la consciencia. No se puede dar en esta vida; porque tal visión es exclusivamente gratuita, propia del estado de gloria en la biena– venturanza eterna. En segundo lugar, el innatismo es manifiestamente erróneo 3 • Porque si en nuestra inteligencia tuviéramos anticipadamente las especies de las cosas, podríamos conocer las leyes de éstas, su esen– cia y propiedades mucho mejor examinando sencillamente el con– tenido de nuestro proprio pensamiento, que percibiendo los objetos por medio de los sentidos: lo cual es falso, como aseguran la con– sciencia y la experiencia; y más perentoriamente aún el hecho de que, faltando al hombre un sentido, la vista, por ejemplo, le falta la ciencia de los objetos correspondientes 1. él. Es verdadera la clásica expresión de Aristóteles: El alma ha sido creada como una tabla lisa, desnuda de todo conocimiento : « In omnímoda possibilitate: 1 El. Sant.o trata de esta cuestión en el Itinerario del alma hacia Dios (V, 295-313); en el Serm6n IV: Christus unus.omnium Magíster (V, 567-574); en Quaestiones disputatae de scientia Christi (V, 17-27); en Sermones de Tempore. Dominica vigesima secunda post Pen– . tecostem. Sermo I (IX, 440-442); con menos extensión también en algunos pasajes del Comentario y en las Collationes in Hexaéineron. 2 Cf.. III Sent., d. 14, a. 1, q. 2 (II, 544); Quaestiones disputatae de scientia Christi (V, 23). . 3 Cf. II Sent., d. 2, q. 1 fund. 5 (II, 118) y d. 24, p. 1, a. 2, q. 4 concl. (II, 569).
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