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TBORIA DEL CONOCIMIENTO 429 norma del conocer. Posee de igual modo - naturalmente - la · inclinación afectiva de la voluntad. Con solos estos elementos puede llegarse a la: noción de caridad, independientemente de toda expe– riencia sensitiva. Porque el alma puede por sí msma conocer lo que es amor y lo que es rectitud; por lo tanto puede conocer ipso ipso facto una tercera idea, qué es rectitud en el amor o amor recto; y esto es la caridad: la cual es « idea.» en cuanto. está en el entendi– miento; y es realidad, « verdad », en cuanto está en el alma. Por eso puede conocerla independientemente de to.da experiencia externa e interna aun el impío que no la po.see en su alma. Esta intervención de las ideas ejemplares divinas, como. regu– lado.ras y motivas de nuestra visión intelectual, se denomina ilu– minación por su grande analogía con la función de la luz en la visión corpórea, según queda explicado.. La doctrina que la defiende como. necesaria para nuestro conocimiento intelectual cierto se llama iluminismo. Éste y no otro es el significado. y alcance de la doctrina del Seráfico Doctor. Como se ve, tiene puntos de contacto con la doctrina aristo– télico-tomista de la abstracción: tiene aspectos análogos a los del ontologismo. Pero hay derecho a sostener que está lejos del on– tologismo - rechazado expresamente como falso - ; y no se identifica con el peripatetismo moderado, explícitnnente decla– rado como insuficiente en dos aspectos. Erraron sin. duda alguna los que hicieron de él un ontólogo, comenzando por Malebranche. Yerran asimismo los que tratan de hacerlo un simple peripatético moderato, como el insigne histo– riador de la filosofía Maurice de Wulf 24 y Sextili 25 • Lo desfiguran en cierto modo quienes reducen todo su pensamiento a una tímida, vaga e indecisa « action directe des idées divines sur notre pensée, qui n'impliquerait cependant á aucun degré la perception de ces idées », como Gilsón 26 , siguiendo en esto a Luyckx 27 • Creemos que la doctrina del Santo es suya, personal, dentro de la corriente agustiniana. Si no la expone con mayor amplitud .débese a que en su tiempo no era necesario, dado que el agustinismo •• Histoire de la Philosophie médieval, 6 ed., Louvain, 1936, t. 2, p. 375 y siguientes. 25 Thomae Aquinatis cum Augustino ,de . illuminatione concordia, 2 ed. !sola del Liri, .1929, p. 26 sigs.; La.filoso.fia di S. Bonaventura, ed., ibid., 1928. 26 La philosophie de Saint Bonaventure, Paris, 1923, p. 379. 27 Die Erkenntnislehre Bonaventuras, Münster in Westfalia, 1923.
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