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416 PELAYOS MATEOS DE ZAMAYON verificada por la omnipotencia y la sabiduría para manifestar su gloria, comunicando su perfección: y según sea el grado de ser, de entidad, que posean dichos objetos, así será su grado de re– presentación e imitación de Dios. Si se trata de seres irracionales, la imitación se denominará huella, « vestigium » solamente. Si de seres inteligentes, la imita– ción será superior y se denominará « imagen ». Si de las almas informadas por la gracia sobrenatural, será imitación más perfecta todavía y se llamará « semejanza ». Ahora bien, puesto que « ver– dadero es lo que es», la verdad de una cosa es su ser. El ser de la criatura es imitación - sea vestigio, sea imagen, sea semejanza - de Dios; la criatura es, pues, verdadera porque corresponde a la idea de Dios; la entidad toda de la criatura es ser una palabra externa y temporal, correspondiente al Verbo intrínseco y eterno Divino. Esta correspondencia es su verdad: y tanto tendrá de ver– dad - de entidad, de ser - cuanto tenga de correspondencia con la idea ejemplar - razón eterna, arte eterna, Verbo eterno. Luego ésta es la regla por la que se mide la verdad de las cosas; exacta– mente como el concepto, el verbum mentís, es la regla para apreciar la verdad· de los vocablos pronunciados o escritos - mejor, las proposiciones-; y como el objeto fotografiado o pintado lo es para medir la verdad de sus fotografías o pinturas. Por eso se esculpió en el monumento a Velázquez: « Al pintor de la verdad». Esto mismo se verifica en las criaturas con relación a Dios, pero con mayor propiedad aún. He aquí por qué: En todo retrato hay dos entidades por lo menos: una la de ser «imagen » y! otra la de ser objeto, es decir el papel o el cristal o el celuloide, niás las· sales de plata, etc. Y de modo parecido en toda palabra, además de la entidad de « signo convencional de un concepto », hay la entidad del «sonido», la vibración del aire, si es palabra oral; o el papel y la tinta distribuida en determinada proporción según el tipo de letra, si es escrita. Hasta en la imagen que de mi contemplo en el espejo, además del ser «imagen», se dan los rayos de luz, cuya diversa combinación reflejada me representa. Además, la palabra lo mismo que significa tal idea, pudiera significar tal otra: la placa hubiera podido representar otro objeto lo mismo que el foto– grafiado; y por fin, la luz, reverberando en cualquiera otra com– binación sus rayos, lo mismo habría representado a cualquiera otra persona que se hubiese presentado ante el espejo en iguale~ circun-

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