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EL CONSEJO DE INDIAS Y LAS MISIONES CAPUCHINAS 289 había regresado mucho antes para gestionar e:h Roma asuntos de la misma, consiguió de Propaganda Fide otra para la isla de Granada, una de las de Barlovento, en julio de 1649 24 • Necesitó sin embargo obtener igualmente el permiso de Felipe IV y del Consejo. Esta vez, no obstante encontrar también sus dificultades y oposición, todo se :resolvió mejor, y el 1° de abril de 1650 se le autorizaba para marchar en compañía de tres religiosos más a la misión de la isla de Granada, con facultad de extenderse a las próximas islas de la Dominica y Matalino. El rey comunicaba a la Casa de Contratación de Sevilla tal decisión, diciendo le había parecido bien a él y al Consejo de Indias y que les permitieran embarcarse sin pedir información alguna 25 • Fr. Francisco de Pamplona se embarcó con dos solos compañeros, los PP. Lorenzo de Magallón y Antonio de Monegrillo, poco después de recibir la mencionada real cédula. En los primeros días de julio de 1650 arribaba a la isla de Granada, pero allí se encontró con lo que no esperaba. Tanto la Granada como las de Dominica y Matalino y otras islas adyacentes se encontraban en poder de los franceses que no le permitieron desembarcar. Hubo de resignarse y marchar rnmbo a la costa de Tierra Firme. Arribó primero a la isla de la Mar– garita y de allí se dirigió a Cumaná. Con la anuencia del gobernador y del obispo de Puerto Rico, de quien dependían en lo espiritual aquellos anejos ultramarinos, los tres capuchinos tomaron la deci– sión de quedarse allí y dedicarse a la reducción y evangelización de los indios cumanagotos que vivían en las proximidades de Nueva Barcelona. Pero Fr. Francisco se había olvidado de algo importante. Antes de emprender su viaje a la Granada no se acordó de pedir los opor– tunos permisos para pasar a otras tierras de indios por convertir, en caso de de no ser recibido en aquella isla. Para subsanar ese descuido escribió desde Cumaná, y antes de marchar a los cumana– gotos, tres cartas que llevan la misnia fecha, 23 de julio de 1650. Una iba dirigida a Propaganda Fide y en ella pedía autorización para que– darse allí; en otra rogaba al P. Provincial de Aragón el envío de más misioneros, y en una tercera escribía al rey entre otras cosas: « Con instancias del obispo de Puerto Rico y gobernador de Cumaná hemos resuelto de quedar aquí solicitando este fmto y aguardando el beneplácito de Vuesa Majestad para la conversión de tantas almas, asegurando a Vuesa Majestad que ni queremos ni podemos fundar en las Indias, y, para perseverar, esperamos la real orden y permiso 24 Cf. mi artículo: Fray Francisco de Pamploná, organizador de misiones y conductor de misioneros, en Missionalia Hispanica 9(1952) 46ss. 25 Cédula real de 1 abril 1650 (AGI, Santo DonÍingo, 641).

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