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En los escritos neotestamentarios el amor cris– tiano cualificante es el agápe; ése es el amor de Dios y a Dios, y el amor del prójimo. Y ese amor es el que es urgente (inaplazable) y urge (exigente). Descubrir el amor, no sólo como espacio o posi– bilidad de placer (eros) o simpatía (philía), sino como llamada a la donación íntima y gratuita {agápe) para crear una atmósfera personal y social, alternativa a la banalización del amor y capaz de superar temores y violencias, es la tarea y la misión más apremiante. 2. LAS URGENCIAS DEL AMOR Está claro que el amor no se agota en el senti– miento ni en sentimientos, es operativo y hasta con– flictivo. Casi por definición las urgencias las marca el momento histórico; y a veces lo urgente, a primera vista, no coincide con lo más importante; de ahí que haya que discernir las urgencias, también las del amor. Tres me parecen fundamentales: la verdad, la libertad y la solidaridad. El amor de Dios nos urge En la carta de san Juan, en el capítulo 4, verso 8, se halla esta solemne proclamación: Theós agape estin («Dios es amor»). 211
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