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El lenguaje evangélico refleja de muchas mane– ras la urgencia del seguimiento: «El que pone la mano al arado ... » (Le 9, 62); «Que los muertos entierren a sus muertos» (Mt 8, 22); «Venid... » (Me 1, 17); «El que no pospone todo, hasta su propia vida ... » (Le 14, 26). San Pablo lo traducirá con estas palabras: «Todo lo considero en nada, comparado con el conocimiento (= seguimiento) de Cristo Jesús» (Flp 3, 8). Un seguimiento que implica esfuerzos, «vio– lencia» (Mt 11, 12), pero que no es forzoso sino propuesto y abrazado desde la libertad: «El que quiera... » (Me 8, 34 par.). b) Configuración con Cristo El seguimiento de Cristo es un camino hacia el interior de Cristo. «Esforzaos por tener los senti– mientos de Cristo Jesús» (Flp 2, 6). Seducido por Cristo, Pablo de Tarso aparece como un claro exponente de ese realidad. «Para mí, vivir es Cristo» (Flp 1, 21); «con Cristo estoy cruci– ficado; vivo yo, pero no yo, es Cristo quien vive en mí» (Gal 2, 19-20). No se tra.ta de ninguna despersonalización o enajenación de Pablo, sino de una personalización de Cristo, admitido conscientemente como referen– cia .existencial primordial. Pablo siente y con-siente con Cristo; vive y con– vive en Cristo. Se trata de una configuración que redi- 220

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