BCCCAP00000000000000000000682
84 «... el Señor me dio hermanos» horto a que pidamos al Señor por el fruto de la santa misión. Sigo después por las tardes el orden de ésta, reduciéndola a manifestar la obligación de un cristiano a vivir según la profesión que hizo en el bautismo, arreglado a las leyes del santo Evangelio y confor– me a su ejemplar Jesucristo mi Señor, insistiendo mucho en que cada uno atienda a las obligaciones de su respectivo estado, oficio y empleo. «Los ejercicios de cada tarde se reducen primeramente a un tercio de rosario que sirve para enseñar esta santa devoción a todos y conseguir la intercesión de la Virgen santísima nuestra señora. A éste sigue (si es en la iglesia) un breve rato de oración mental, que prácticamente hago desde el púlpito. Concluida, explico un punto de doctrina cristiana y después el sermón. En todo esto suele gastar– se el tiempo de dos horas, poco más o menos. «El penúltimo día por la tarde saco la procesión de penitencia en los mismos términos que la publicación, y sin cosa alguna de exterior mortificación ni traje extraño de túnicas, etc. En la mañana de este día o de otro que sea conveniente, se hace un aniversario de vigilia, misa, sermón y responso por los fieles difuntos, para excitar a todos a su devoción y socorro. «Si se predica reservadamente al clero secular y regular, o es pueblo crecido que se le hayan de dar ejercicios, procuro manifestar nuestras graves obligaciones contenidas y compendiadas en estos tres capítulos: 1. La obligación de un eclesiástico en orden a Dios por la necesidad de vocación; modo y deuda sobre el oficio divino; de– voción y exactitud en el santo sacrificio de la misa. 2. En orden a los prójimos, proponiéndole como constitutivo esencial parcial de nuestro sacerdocio por los medios del púlpito o confesonario u otro alguno según el talento, vocación o gracia que Dios hubiere dado. 3. En orden a sí propio, sobre la obligación de caminar a la per– fección del estado por medio de la observancia de los sagrados cá– nones, subordinación al propio pastor u obispo y uso de otros me– dios que los santos padres nos señalan. Para la asistencia a estos ejercicios o pláticas, encargo y suplico a los señores ilustrísimos que en ninguna manera obliguen, precisen ni manden a los eclesiásticos, sino que dejándolos en su plena libertad y a su devoción o arbitrio, sea un acto espontáneo y no violento, para que así oigan mejor
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz