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80 « ... el Señor me dio hermanos» el 31 de marzo de 1758, a los quince recién cumplidos. Le impusie– ron el nombre de Diego José. «Desde entonces fue mi ardiente de– seo ser capuchino, misionero y santo hasta lograr dar mi sangre en el martirio». Hizo su profesión el 31 de marzo de 1859. Estudiante A este hecho, según escribe el beato, siguió un período de rela– jación espiritual y de escaso esfuerzo en los estudios filosóficos en Ecija. Contentábase con cumplir con lo preciso en la clase y le preo– cupaba más el estudio de la poesía castellana. Para el estudio de la teología pasó a Cádiz y, al principio, con– tinuó con aquella vida desidiosa. «Entramos en el tratado De Deo et eius attributis (eran dogmas los que se nos leyeron) y de pronto una mañana en el aula sentí una notable devoción interior con un grande afecto a ver aquellas cosas tan altas en el mismo Señor con los bienaventurados. Noté un conocimiento no vulgar de la necesi– dad de dejarlo todo para conseguir esto, y que me daban la resolu– ción para todo ello. Advertí me detenía mucho la inclinación afec– tuosa a una o dos criaturas, a quienes amaba y trataba con las puerilidades de estudiante. Clamé a Dios me quitase estos estorbos y vi con asombro mío desvanecido mi temor o cobardía, porque me quitaron el afecto a tales criaturas. Cesó desde entonces toda ofensa a mi Dios y traté de pensar en mudar de vida». Con dispensa de edad recibió el orden sacerdotal en Carmona, en 1766, el 24 de mayo, a lo que parece. «Traté desde entonces de oración mental, para la que, además de las dos horas de comunidad, destinaba una hora lo menos a la noche, sin lo que me detenía en las gracias». Durante unos seis años sigue ampliando y profundizando en sus estudios, con mucha afición a la lectura de la santa Escritura, de libros devotos y vidas de santos. Ataque contra la Iglesia En 1768 había aparecido un libro agresivo, Juicio imparcial, obra de Campomanes, uno de los prohombres del regalismo en la corte de Madrid. Hubo clérigos y religiosos incautos que leían con