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APOLINAR DE POSAT 59 taron conquistarle para la Compañía. Muchos otros hubieran tenido por gran honor y suerte poder entrar en una Orden que, enton– ces, gozaba en todos los campos del más alto prestigio. Pero el Espíritu de Dios que lo guiaba, quiso que llegase a ser un hijo autén– tico, hijo del humilde y pobre Francisco de Asís, para obtener la gracia de sufrir múltiples persecuciones y, por último, el martirio, para gloria de Dios». Apolinar de Posat, capuchino El 26 de septiembre de 1762, a los 23 años, tomaba el hábito capuchino en el convento de Zug, tomando el nombre de fray Apo– linar de Posat (ciudad de origen de su padre). Tuvo como maestro de noviciado al padre Dionisio Zürcher, que lo formó en el más genuino espíritu franciscano. Al finalizar el año de prueba, hizo los votos religiosos y comenzó el estudio de la teología. Según cos– tumbre de aquel tiempo, recibe en seguida las órdenes sagradas y el 22 de septiembre de 1764 en la ciudad de Bulle es ordenado de sacerdote, por el obispo de Lausana, José Nicolás de Montenach. Desde el 1765 estuvo en Lucerna, donde concluyó los estudios teológicos bajo la guía del padre Ermanno Martín de Reinach. De estos años, el primer biógrafo atestigua: «Después del día de su profesión religiosa, dio a sus cohermanos el ejemplo de una eximia virtud y de una profunda piedad. La oración vocal y mental era su ocupación preferida; de ella derivó, sin duda, aquella fuerza he– roica que lo sostuvo en todas las dificultades de la vida hasta el día del martirio. Observaba con cuidado minucioso las costumbres de la Orden, aún en las cosas más insignificantes. Ordenado sacer– dote, celebraba los santos misterios con singular reverencia, devo– ción y fervor. Era el primero en el coro para el oficio divino del día y de la noche. En él resplandecía una humildad profunda, una solícita obediencia, un amor sincero a Dios y al prójimo. A la hora debida, atendía con asiduidad al estudio, pero sin menoscabo del espíritu de la santa oración. Igual que estando en el siglo había defendido con éxito las tesis de filosofía, así también en la Orden tuvo que defender las tesis de teología universal: esto lo hizo públi-

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