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Beato Apolinar de Posat Un mártir por la Iglesia Francisco Javier Toppi El 17 de octubre de 1926, Pío XI elevaba al honor de los alta– res a 191 mártires, víctimas en París de las famosas masacres de septiembre de 1792, perpetradas en odio a la fe por los revoluciona– rios franceses . Al reconocer su martirio, el vicario de Cristo declara– ba que fueron muertos por haberse negado a jurar la Constitución civil del clero, impuesta a la fuerza por la autoridad civil, pero con– denada por el papa y los obispos como contraria y perjudicial a la libertad y a la unidad de la Iglesia. En la relación de los 191 mártires beatificados, el puesto 69 lo ocupaba Juan Jacobo Morel, en religión padre Apolinar de Posat. Para los capuchinos, él era el emblema de una larga lista de mártires que, durante la revolución francesa, derramaron su san– gre por Cristo. Pasaron del centenar los frailes que testimoniaron con la vida su fe: guillotinados, pasados por armas, arrojados al mar, deportados; está documentado el martirio de 41 de ellos y se les ha abierto el proceso de beatificación. El beato Apolinar fue uno de éstos: mártir, no sólo por haber derramado su sangre mu– riendo por Cristo, sino por haber dado de El testimonio heroico a través de luchas, persecuciones, imposibles de describir. Juan Jacobo More) Nació y fue bautizado el 12 de junio de 1739 en la villa de Préz-vers-Noréaz, cercana a Friburgo en Suiza. Sus padres, Juan

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