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32 «... el Señor me dio hermanos» se elevó «del suelo hasta la altura de la hornacina de la Virgen». Incrédulo, el fraile «se le avecinó a escondidas y le tocó los pies que estaban fríos como el hielo». Ignacio permaneció, así, en el aire, hasta «el toque del rezo de maitines de la medianoche». En– tonces, descendió poco a poco al suelo y fue a ocupar su puesto al coro, para la oración comunitaria. Exaltación del humilde No creeríamos tales «florecillas» o hechos prodigiosos, que pa– recen cuentos para cautivar la atención de los niños, si no fuera por la multitud de testigos que las refirieron, en los procesos de beatificación. Existe además, el testimonio, editado y publicado, de un escritor nada sospechoso, el alemán G. Fuos, pastor evangélico, que acompañaba corno capellán al regimiento de infantería alemana que estuvo en Cágliari durante tres años, hasta el 1777. Este pastor protestante conoció a fray Ignacio y constató la veneración que le tenía la población sarda hasta el punto de que en su volumen Cerdeña de 1773-1776 (publicado en alemán en Leipzig en 1780) pudo esccribir, con minuciosa y controlada objetividad de historia– dor: «nosotros tuvimos aquí la suerte de disfrutar de la prueba de que la fe en los milagros no se ha extinguido en la Iglesia. Nosotros contemplábamos todos los días pedir limosna por la ciudad a un santo viviente ... que se había ganado la veneración de sus compa– triotas con muchos milagros». Y añade un elenco de los más estre– pitosos, que revelan el poder y la bondad de Dios que exalta a los humildes. Mientras que los demás le llamaban «padre santo», Ignacio se definía «vilísirno hombre... ; el asno de los capuchinos ... inepto para cualquier actividad, indigno pecador. .. Yo soy el más grande peca– dor del mundo ... ». Recibiendo afrentas, gozaba porque había alguien que comprendía la verdad: «por fin... he encontrado en Cágliari a alguien que me conoce y que me llame lo que soy». A quien le gritaba con entusias– mo sus milagros, Ignacio le intimidaba: «Calla, calla, que esto es cosa del Señor».

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