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MARTIRES CAPUCHINOS DE ESPAÑA )63 En los meses de noviembre-diciembre tuvo lugar, en la diócesis de Orihuela, el sacrificio de otros tres capuchinos. Cabeza del grupo fue el padre Eloy de Orihuela, de 60 años, en otro tiempo superior regular en Bogotá y en la misión de la Goajira, repetidas veces su– perior local y definidor en la provincia. Era sobrino del siervo de Dios padre Francisco de Orihuela. El 7 de noviembre le sacaron de la casa de su hermano, y en los alrededores de Crevillente fue masacrado a golpes de puñal en el vientre y en la garganta. El 13 del mismo mes cogieron en su casa paterna y llevaron a la cárcel al padre Honorio de Orihuela, de 48 años, apóstol de los pobres y de los enfermos. Y el día 30, entre insultos y golpes, junto con otros diez sacerdotes seculares, le llevaron cerca del cementerio de Elche y allí fueron todos fusilados. Cierra la gloriosa lista de . mártires capuchinos de Valencia el padre Juan Crisóstomo de Gata de Gorgos, de 62 años, del conven– to de Orihuela, infatigable confesor en la ciudad y en los entornos y gran propagandista de la devoción a las Tres Avemarías. Detenido por los milicianos el 24 de diciembre a consecuencias de una denun– cia, tuvo que sufrir terribles insultos y befas justamente en la noche santa; la noche siguiente, acribillado a tiros, moría desangrado en una solitaria carretera. Los mártires de Castilla En los comienzos de la guerra civil, seis de los once conventos de la provincia de Castilla quedaron en la zona roja, con un cente– nar de religiosos profesos, de los cuales 21 murieron por la fe. Doce ~mitad y mitad- pertenecían a los conventos de Madrid y de El Pardo. El de Madrid, sede también de la curia provincial, fue aban– donado el 20 de julio; el 21 fueron expulsados también los frailes de El Pardo, localidad a 10 kms. de Madrid, que buscaron refugio en la capital. La primera víctima fue el padre Andrés de Palazuelo, de 53 años, definidor y archivero provincial, escritor y renombrado director de almas. Desde hacía tiempo había anunciado que sería el primero en caer abatido. El 30 de julio, fue el único que los milicianos saca– ron de la pensión donde se hallaba con otros sacerdotes; apenas

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