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MÁRTIRES CAP!,JCHINOS DE ESPAÑA 359 La noche del 17 de febrero correspondió el turno al cabeza de grupo de los 26 mártires capuchinos de la diócesis de Barcelona, el padre Federico de Berga, de 60 años, ex provincial y guardián del convento de Arenys de Mar. Después de cambiar de domicilio repetidas veces, el día 16 los rojos dieron con él en Barcelona, jus– tamente cuando había terminado de celebrar la santa misa. El mis– mo se presentó como sacerdote capuchino y al día siguiente fue re– cogido su cadáver en una carretera de la periferia. Además de estos 29 mártires de los procesos diocesanos de Vich y Barcelona, hay otro más, incluido en el proceso diocesano de Ta– rragona. Se trata del venerable hermano fray Carmelo de Colomés, de 62 años, del convento de Tarragona, hombre de oración y de gran caridad. A finales de julio de 1936 ingresó en la nave-prisión «Río Segre», puesta al arbitrio del comité anarquista. Todos los días se hallaba en trance de muerte, porque continuamente veía sa– car para morir a grupos de detenidos. Le tocó el turno el 25 de agosto. A las siete de la tarde, llamado por su propio nombre, pudo una vez más confesarse con otro sacerdote capuchino, y subió al camión con otros 24 reclusos, sacerdotes y seglares. Realizaron el triste viaje con las manos atadas rezando el rosario y cantando el conocido himno catalán llamado «de la esperanza»; finalmente, obli– gados a bajar en las proximidades del pueblo de Valls, les ametra– llaron al tiempo que gritaban «¡Viva Cristo Rey!». Los mártires de Valencia A continuación de la provincia capuchina de Cataluña, se en– cuentra geográficamente la de Valencia. Los capuchinos valencianos fueron desalojados de sus ocho conventos. Por eso; en su mayor parte buscaron refugio en casa de sus familiares, con la esperanza de una mayor seguridad y también de ser defendidos mejor por sus paisanos . Sin embargo, a manos de los comités locales o con su complicidad, mataron a quince justamente porque eran religiosos. Se abre el triste y heroico cortejo con el padre Germán de Car– cagente, de 41 años, del convento de Valencia, antes profesor y vice– maestro de novicios. Sacado de su casa por los revolucionarios, fue

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