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MÁRTIRES CAPUCHINOS DE ESPAÑA 355 Vianya, de 21 años, y fray Jorge de Santa Pau, con 19 años, estu– diante de filosofía; detenidos los tres mientras se disponían a tomar el tren para dirigirse a su tierra, fueron encerrados con las manos atadas en una dependencia de la estación. A medianoche se les agre– gó fray Cipriano de Tarrasa, de 65 añ.os, limosnero del convento. Llevados sus cuerpos al depósito del hospital, quedó consignado el acostumbrado parte: muerte por hemorragia interna traumática. El primero de agosto le tocó el turno al padre Rafael María de Mataró, de 34 años, exsecretario provincial. Cuando por la ma– ñana iba a tomar el tranvía para dirigirse a Barcelona, desde donde confiaba salir al extranjero, fue detenido por una patrulla de anar– quistas, ya que les infundió sospechas la actitud de recogimiento de la víctima; confesó ser religioso y a primeras horas de la tarde, le fusilaron en un recodo de la carretera de Vallvidrera. En el mis– mo día y también en una carretera, en -el km. 687 de la nacional Madrid-La Junquera, moría fray Félix de Tortosa. Tenía 42 años, era del convento de Olot, y le sorprendieron pidiendo limosna en Tordera. Huésped en casa de amigos, se le había confiado el copón de un convento de monjas; no atreviéndose a comulgar por sí mismo, resuelve acudir a un sacerdote para confesarse y comulgar quizá por última vez; pero fue detenido por los anarquistas, que le quitaron la sagrada píxide. Liberado, volvió a su trabajo de hortelano -pues éste era su oficio en el convento- con una angustia indecible por el hecho de haber dejado las sagradas hostias en manos sacrílegas. Cogido otra vez, fue fusilado en compañía del párroco de Pineda. Días después los rojos devolvían el copón a la presidenta de las Hijas de María, diciéndole: «Llévatelo, eso a nosotros no nos sirve para nada». El día que entonces se celebraba santa Clara, el 12 de agosto, en una cantera junto a la carretera de Pedralbes, en Barcelona, fue asesi– nado el padre Agustín de Montclar, de 29 años, secretario provincial desde poco tiempo, hombre de gran cultura, profesor de filosofía y escritor. Una delación reveló a los milicianos su escondrijo; y habiendo confesado que era sacerdote y religioso, se lo llevaron. Llegados al lu– gar del suplicio, pidió que le dejaran concentrarse un poco para orar; después un tiro en la nuca tronchó aquella vida tan joven y tan prome– tedora. El 16 de agosto fue encontrado fuera de Barcelona el cadáver
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