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350 «... el Señor me dio hermanos» tar, España quedó dividida en dos grandes zonas en lucha armada una contra otra: la zona sublevada o nacional, que comprendía Na– varra, Galicia, Castilla la Vieja y la parte occidental de Extremadu– ra y Andalucía, y la zona roja o republicana compuesta por el resto de España, es decir, por las provincias orientales desde Catalufia a Málaga, las provincias centrales (Madrid y Castilla la Nueva), más un enclave al norte con Asturias, Santander y parte de las provin– cias vascas. En la zona roja el gobierno se incautó pronto de los edificios religiosos para destinarlos a usos profanos , si no es que los quema– ban, quedando sus inquilinos sin protección civil alguna. Bandas armadas de milicianos pertenecientes a varios partidos políticos de izquierda (socialistas, comunistas y anarquistas), en la ciudad y en los pueblos, con la pasividad o complacencia del gobierno central, se ensañaron secuestrando y eliminado a cuantos eran tenidos por solidarios o simpatizantes del alzamiento militar. Si en los asesina– tos de muchos millares de laicos de derecha o de católicos practi– cantes se pudiera pensar en motivaciones políticas y sociales, tratán– dose de sacerdotes y religiosos, es un hecho históricamente compro– bado, caso por caso, que su eliminación fue debida únicamente a su condición sacerdotal y religiosa, es decir, a su pertenencia a la Iglesia. Sin sombra de proceso legal fueron asesinados 13 obispos, 4.184 sacerdotes seculares, 2.365 religiosos y 283 religiosas: un total de cerca de 7.000 víctimas, sacrificadas, casi todas, en los primeros cinco o seis meses de la guerra civil. Una hecatombe que, por el alto número de las víctimas y por el breve tiempo en que fue efec– tuada, no se encuentra otra igual ni en los tres siglos de persecusio– nes romanas, ni en la misma revolución francesa. Mártires de Cristo y de la Iglesia Al comienzo de 1936 los capuchinos españoles eran 1.309, de los cuales había un tercio en las misiones de América y de Asia. En la zona roja se contaban 25 conventos con más de 400 religio– sos, pertenecientes a las provincias de Cataluña, Valencia, Castilla y Andalucía. Vivían los hermanos en la más rígida observancia re-

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