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PÍO DE PIELTRECINA 347 que sangraban habían traído problemas, un problema nuevo, cierta– mente, planteaba su total desaparición, sin dejar cicatrices. El jesuita padre Giorgio Cruchon, profesor de Psicología pasto– ral en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, comentaba así este hecho: «¿Qué más se querrá para aceptar la realidad de los estigmas, sobre todo si estas llagas estaban integradas en una vida totalmente dedicada a Dios y a la oración, al servicio del próji– mo (y no en una vida cerrada en la sola contemplación), en una vida de fidelidad continua, sin altibajos de tipo neurótico, en una vida de paciencia y de obediencia heroica, en medio de medidas disciplinarias tomadas contra él, en una vida de caridad ejemplar en comunidad, que no quería hacer daño a nadie?». Pero quizás la clave de comprensión más segura puede estar en lo que el propio padre Pío escribía el 19 de noviembre de 1916: «Yo no deseo otra cosa que o morir o amar a Dios; o la muerte o el amorn. Las heridas, signos de muerte, desaparecían ante los brazos del Amor, tendido para depositar sobre su cuerpo la «espléndida coro– na» prometida y para liberarlo definitivamente de «estos signos ex– ternos que sirven de confusión y de humillación indescriptible e insostenible. El cardenal Ursi, realzando el hecho insólito, lo encuadra así en la vida del padre Pío: «El padre Pío estuvo llagado en el cuerpo, como Cristo, para destruir males y sufrimientos del mundo contem– poráneo, pero, rápidamente, tras su muerte, su carne, en las partes afectadas por las misteriosas heridas, creció verdaderamente, para indicar la certeza de la resurrección final, la renovación de la huma– nidad, que él, en cierto modo preanunciaba, y también para mos– trar las credenciales de su especial misión encomendada por Dios para el bien de los hermanos de atraerlos a la salvación». Su causa de beatificación fue introducida el 23 de noviembre de 1969. La amplísima documentación fue entregada a la sagrada congregación para la causa de los santos el 16 de enero de 1973. Y está todavía en el estudio de dicha congregación que debe tam– bién examinar todo cuanto sobre el padre Pío se encuentra en la congregación para la doctrina de la fe, a fin de introducir oficial– mente la causa.
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