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PÍO DE PIELTRECINA 345 tes serán reserva de amor, que, mientras más abundante sea en uno, tanto más se comunicará a los demás». Otra realización social del hombre «devorado por el amor de Dios y por el amor del prójimo» es el alivio de un sufrimiento que sangra más que una llaga, el sufrimiento de los inocentes con la institución de numerosos «centros» de asistencia a los niños mi– nusválidos. La «catedral de la inocencia» surge también -así se ha escrito- en el ámbito de la expansión de la «Cáritas» cristiana interpretada íntegramente por el padre Pío en el doble intento de «realizar la caridad como justicia social» para con los inocentes per– judicados por la ley de la vida y de una «educación al sufrimiento», aliviada, sí, por la ciencia humana, pero que permanecerá siempre como un signo indeleble y absurdo humanamente; todo ello alcanza– rá significado tan sólo si se parte de una consciente visión cristiana del mundo. La urgencia de la obligación de estar cerca de cada hombre y de servir con los hechos a aquel que pasa a nuestro lado, la ha sentido y practicado el padre Pío en todos los modos y con todos los medios desde los años veinte: en 1925, debido a su interés y con los fondos recogidos entre los fieles admiradores, se levanta en San Giovanni Rotondo el pequeño «Hospital civil de San Francisco», ver– dadera bendición de Dios para los habitantes de San Giovanni; en los años cincuenta, bajo su estímulo, florecen escuelas maternas y un centro de formación profesional; se facilitan, desde los comienzos de su presencia en el pueblecito gargánico, medicinas, comidas, ropas, alquiler de casa a los pobres enfermos y necesitados del pueblo, hospedaje en institutos a jóvenes pobres, muchachos, huérfanos, sor– domudos, muebles a jóvenes casamenteros, trabajo a los parados ... Al campo de irradiación benéfica de la caridad del padre Pío se debe añadir «la fuerza no estructurada e invisible, como el aire que respiramos, pero concreta e inmensa, de la caridad indirecta del padre Pío. En el mundo de hoy, el nombre y la realidad del padre Pío se han convertido en la llave de oro para violentar amo– rosamente cualquier corazón humano, para ponerlo al servicio del prójimo». Finalmente, el sendero de cabras que desde el pueblo llegaba hasta el convento de los capuchinos y la antigua y pobre aldea que

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